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YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

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miércoles, 16 de octubre de 2013

CONSUELO [4]: 16. DESTINO FINAL: LA ALMUDENA (5. EL BOMBO) (© JMPP 2013)





[16]
DESTINO FINAL: LA ALMUDENA
(5. EL BOMBO)

     Comprendo que el subtítulo del capítulo de hoy os cause extrañeza. No quiero hablar ni de una banda de música ni del bombo de mi lavadora. Será mejor que lo descubráis vosotras mismas leyendo el sorprendente, ya os lo adelanto, episodio de hoy. Alguien pensará que he visto demasiadas películas. La verdad es que lo que pasó durante la celebración de la boda es más bien de película surrealista, ¡o quizás una charlotada!
     Con los dos novios haciendo compañía a un cura prisionero de una extraña excitación y de un nerviosismo evidente, se inició la celebración en medio de un silencio impresionante si tenemos en cuenta que el gran aforo del día estaría muy cerca, si no lo superaba, de las tres mil personas. Sí, tres mil asistentes y ningún figurante, ¡aunque había mucho figura suelto!
     Tras dar la bienvenida a los recién casados y hacerles un breve recordatorio de los deberes que implica formar parte de un matrimonio, comenzó el espectáculo puro y duro. Os aseguro que no exagero nada cuando lo califico de "espectáculo”. Voy a ahorraros las partes más rutinarias de la boda –también las hubo– y vamos directamente al "tomate", como se dice ahora.
     Mientras el novio estaba entregando simbólicamente las arras a doña Pilar para que se encargara de la economía de la familia, la cual cosa me pareció muy acertado porque ella está acostumbrada a los billetes grandes, con cuentas incluso en paraísos fiscales, una espontánea surgió inesperadamente de entre los bancos del público y avanzó hasta el altar con el dedo índice haciendo la función que todo el mundo espera de él y pronunciando unas palabras que dejaron a todos asombrados, boquiabiertos, desconcertados y hasta desorientados . Por cierto, un detalle importante es que la mujer recién llegada al show, de una treintena de años, lucía un espectacular “bombo” de mujer embarazada, aparentemente real.

-El cura es el padre… El cura es el padre de mi hijo...

    Un momento muy crítico durante el cual los dos hombres que acompañaban a la novia en el altar, el cura y el excura, se miraron como queriendo descargarse de cualquier relación con esa mujer que parecía que pretendía cargarle la criatura a uno de ellos. Sin embargo, si lo que la mujer decía era verdad, ¿quién de los dos era el padre? Todo el mundo conocía que don Eusebio era sacerdote hasta hacía bien poco. Una respuesta trágica en cualquiera de los dos supuestos, pero especialmente grave si el señalado con el dedo acababa siendo el novio. Pensar en esta posibilidad consternó a la novia, que rápidamente reaccionó pidiendo razones de aquel asunto a su enamorado bajo sospecha.

-¿Conoces a esta mujer, Eusebio?
-¡No la había visto en toda mi vida  Será un tema de Manuel. ¡Yo no sé nada de nada!

     Mientras tanto, la aparición de la preñada no había pasado desapercibida a los medios de información presentes y éstos se desplazaron rápidamente hasta donde se hallaba para hacerle un seguimiento a quemarropa mientras se acercaba al altar, con el dedo acusador que finalmente señaló al oficiante. Un hecho que tranquilizó relativamente a doña Pilar dado que liberaba a su don Eusebio de semejante culpa mayúscula, pero acusaba a aquel ministro de la iglesia que tenía el sagrado mandamiento de unirlos en santo matrimonio. De ninguna manera podía aceptar como válida una boda oficiada por un hombre que había contravenido de esa manera tan evidente, flagrante y grave sus sagrados votos. Por eso mismo, robando por unos instantes el protagonismo a la recién llegada, doña Pilar se dirigió al cura y le lanzó una pregunta clara y contundente.

-Por lo que más quiera, don Manuel, dígame que no tiene usted nada que ver con esta mujer en estado de buena esperanza.
-Sí, para qué seguir negándolo. Sí, soy el padre de la criatura y acepto mi culpa ante dios todopoderoso. He pecado, lo sé, pero lo hice para consolar a la pobre huérfana...
-¿Consolar a una pobre huérfana? ¡Habráse visto cara más dura!

     La aparición de la mujer en cinta sobre el escenario significó un momento crítico para la boda. El peligro de que no llegara a buen puerto era cierto, sobre todo cuando el cura se quitó los hábitos, se arrodilló ante el Santo Cristo pidiendo solemnemente perdón y se acercó hasta donde se encontraba la mujer con el ya famoso bombo. Acto seguido, ante una infinidad de cámaras y los ojos expectantes de la concurrencia pronunció unas palabras sentidas que emocionaron a  todo el mundo, como siempre que el amor se expresa en términos tan descarnados.

-¡Te amo, Carolina! Perdona si no he estado a la altura, pero mi papel como sacerdote no me permitía expresar lo que siento por ti y por la criatura que llevas en tus entrañas. Ante dios y su Iglesia, llena hoy de feligreses que serán testimonio de mis palabras, quiero pedirte que me dejes enmendar el grave error cometido, casándote conmigo.
-¡Oh, Manuel! ¡Qué feliz me haces! ¡Te quiero con locura! Seremos muy felices los tres juntos. ¡Sí, acepto!


     Intuyo que no hace falta que os describa la cara de la novia en medio del aplauso general. Tampoco la del novio. ¿Verdad? Estaban inmersos en un claro estado de shock ante lo que estaban contemplando. El encargado de casarlos había renunciado a su ministerio sagrado en medio de la celebración y aquello ya no era su boda, sino más bien un reality show transmitido en directo por varias cadenas. La ruina de su boda estaba servida, si no se producía un milagro inesperado dentro de las cuatro paredes pétreas de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena. ¡Por fin ya me he aprendido el nombre de memoria! ¡A buenas horas!

                                                                  BOMBO - Adelèn

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