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YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

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miércoles, 23 de octubre de 2013

CONSUELO [4]: 22. UN GRAN TRANSTORNO (1.VISITA AL MÉDICO) (© JMPP 2013)


[22]
UN GRAN TRANSTORNO
(1.VISITA AL MÉDICO)

    Me permitiréis que aparque ya definitivamente el tema de la boda de doña Pilar y don Eusebio. Creo que ya os habéis hecho una buena idea de cómo fue la película del enlace. ¡Bastante mala, por cierto! Están casados  y bien casados, aunque la empresa no fue nada fácil. Sólo añadiré que poco después de la accidentada boda tomaron un avión, que no hizo ningún aterrizaje forzoso, ni tampoco se cayó al Atlántico, y se fueron a pasar quince días fantásticos de luna de miel al Caribe. Bueno, se supone que les fue muy bien aunque después del festival de los despropósitos del que fuimos testigos de excepción en Madrid, no se puede descartar nada. Al menos volvieron sanos y salvos del viaje. ¡Que no es poco!
     Hoy voy a ponerme mucho más seria que en los últimos días porque tengo noticias muy impactantes y perturbadoras para mi vida, como reza el título, que os quiero dar a conocer de inmediato. Sí, como podéis imaginar, tiene que ver con los extraños mareos y desfallecimientos que sufrí en la meseta castellana. Como ya os adelanté, inmediatamente después de llegar a Villajoyosa me propuse visitar al médico de cabecera de la familia. Un hombre que conocéis bien si habéis seguido toda la serie de mis modestos escritos personales. Se trata del famoso don Antonio que intervino decisivamente en el nacimiento de mis nietos en una jornada absolutamente delirante (otra) dentro de la iglesia del Carmen de Benidorm en la boda de sus padres. Bueno, no lo volveré a explicar ahora porque ya lo escribí con detalle en su momento. Ese día el bueno de don Antonio se comportó como un valiente y pasó con buena nota la prueba de comadrón a la fuerza de gemelos sobre altares eclesiásticos. Desde entonces la familia le tiene una consideración especial. Casi lo tenemos por el tío Antonio. ¡No podía ser de otra manera!

- ¿Qué te trae por aquí, Consuelo?
-Estoy muy preocupada, Antonio. Tengo unos extraños mareos y he tenido dos desfallecimientos mientras estábamos casando, con esfuerzo y dedicación, por cierto, a doña Pilar en Madrid. El primero lo tuve en la Plaza de Oriente y el otro en la catedral de la Almudena, que por poco me cuesta carísimo. Mira qué herida me hice en la cabeza al chocar contra el pétreo suelo del altar...
-¡Cojones! ¡Qué barbaridad! ¿Sabes que te digo, querida Consuelo? Para solucionar el tema de los mareos mejor que no vuelvas por Madrid y listos. Los aires de la meseta no se te han puesto nada bien...
-No te lo tomes a broma que estoy muy preocupada...
-Pues a ver qué podemos hacer para tranquilizarte un poquito. Para empezar unas pruebas de orina y de sangre, a parte de un reconocimiento médico exhaustivo.
-Lo que sea necesario, don Antonio. ¡Sé que estoy segura en tus sabias manos!
-Y no te preocupes que es posible que se trate de algún virus estacional. ¡En primavera ya se sabe!

     Con las pruebas analíticas bajo el brazo, volví dos días después a la consulta de mi médico de cabecera. Muy nerviosa, me fijé como sus ojos recorrían las hojas con una mirada cada vez más interesada y sorprendida de lo que estaba leyendo. Yo, mientras tanto, con la impaciencia de quien está muy cerca del colapso nervioso, pendiente de unas palabras que me podían hundir en la miseria, le acabé pidiendo si lo que estaba viendo era para preocuparse.

-Bueno, lo que estoy leyendo es realmente sorprendente. ¿Qué edad tienes, Consuelo?
-Tengo 43 años, don Antonio, pero no lo vayas diciendo por ahí porque no tengo la costumbre de decírselo a nadie. Eres de los pocos que lo saben. ¿Pero qué pasa? ¿Por qué es tan importante mi edad?
-Mujer, es muy importante porque ante ti tienes una perspectiva difícil a partir de cierta edad... Cuanta más edad se tiene todo se complica enormemente...
-¿Qué tengo? ¿Es un mal grave? ¡Habla claro, por favor!
-No, nada grave si te gusta dormir poco por las noches, cambiar pañales sin parar y quedarte sin vida personal...
-¡Coño! ¿Me estás diciendo que estoy embarazada?
-¡Un poquito! ¡Ja ja ja!
-¿Un poquito? ¿Lo estoy o no lo estoy?
-La prueba del nivel de la hormona del embarazo no deja lugar a dudas. ¡Estás totalmente embarazada, Consuelito!

    ¿Qué os parece? Pasada la cuarentena y en estado de buena esperanza. Si os digo la verdad, se me cayó el mundo encima. No tenía ni las más mínimas ganas de embarcarme en todo lo que supone un esfuerzo de este tipo, pero ahora ya era tarde para lamentaciones inútiles. Sólo quedaba un camino: aceptarlo con resignación y hacer todo lo posible para que esa difícil prueba inesperada fuera lo mejor posible.

     De inmediato me vino a la cabeza el padre de la criatura, que no podía ser otro que Benito. ¿Cómo se lo tomaría? No os lo creeréis pero nunca habíamos hablado del tema de tener hijos. Parece que se daba por supuesto que este aspecto importante de la vida de las parejas no iba con nosotros, debido a nuestra edad, claro. Pues mira por donde, a partir de ese momento no sólo iba con nosotros sino que se había presentado de improviso y marcaría, sin duda, todo nuestro futuro como pareja. No me resultaba nada fácil hacerme a la idea de que todo el mundo que había imaginado al lado de mi amado había empezado a tambalearse a partir de ese momento. No me sentía con fuerzas para hacer frente a esa dura prueba con una edad avanzada para una misión terriblemente difícil y complicada como aquella. Y es que el duro recuerdo de mi fracaso como madre con Juan estaba aún muy presente en mi vida. Ya lo he dicho antes: se me cayó el mundo encima.




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