TRANSLATE

YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

viernes, 29 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 41. UNA VISITA ILUSTRE (5. FINAL TRÁGICO) (© JMPP 2013)



[41]
UNA VISITA ILUSTRE
(5. FINAL TRÁGICO)

     Tengo la piel de gallina, las manos con las que intento escribir hechas un gran temblor y el ánimo otra vez encogido. No tengo buenas noticias. Sí, puedo leer vuestro pensamiento: "para variar". ¡Tenéis razón! Qué más quisiera que trasmitir sólo buenas y alegres novedades, pero entonces no estaríamos hablando del mundo real, estaríamos situados en un mundo de hadas y príncipes azules. ¡La vida es otra cosa muy diferente, ya lo sabéis muy bien!
     Intentaré hacer de tripas corazón y seguir escribiendo, aunque lo que estoy a punto de daros a conocer me llena de una profunda tristeza -mi vieja conocida- y hasta de desesperación. Amigas, y algún amigo, que me hacéis la merced de leer este embrollo de palabras con sentimientos, algunas incluso conexas y con sentido, don Eusebio, el hombre que casó a mi hija en dos rounds, el hombre que el amor por doña Pilar alejó del sagrado ministerio de la iglesia, el hombre que sobrevivió a un terremoto y hasta a una carrera alocada ante la fachada de la pasión de la Sagrada Familia, ha fallecido! Sí, la terrible ironía del destino ha hecho que este santo varón encontrara su trágico final justamente ante la tumba del mito Gaudí, situada en la Cripta del magnífico Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Un hombre como él, que dedicó prácticamente toda su vida a la Iglesia, ha encontrado la muerte en este santo recinto y ante los restos de una figura que algunos han llamado el arquitecto de Dios.
     No me siento con fuerzas de entrar en los detalles de cómo ha ocurrido el terrible suceso, pero creo que querréis, al menos, una aproximación a los luctuosos hechos. Llegaré hasta donde mi dolorido ánimo me permita en esta dura narración.
     Sabéis muy bien que los últimos días en nuestras vidas han sido muy agitados, y no sólo en sentido figurado. El episodio que don Eusebio vivió en torno a la pérdida de la cartera le afectó terriblemente, y no sólo en el plano moral. Físicamente era un hombre un poco descuidado y esto seguramente que le acabó pasando una enorme factura. La persecución a la chica, la tensión vivida en la comisaría, sumado, seguramente, a la desazón de la noche anterior en casa con el temblor de tierra, pueden haber sido definitivas en su trágico final sobre la granítica losa que cubre la tumba de Antoni Gaudí.
     Después de pasar un terrible rato en la comisaría, fuimos a intentar quitarnos la tensión paseando un rato por el histórico barrio gótico de Barcelona. Realmente sirvió de bálsamo, aunque en la cara de don Eusebio en ningún momento se vio ningún síntoma de alegría. El consuegro lo estaba pasando muy mal, aunque el final del triste episodio hubiera sido aparentemente afortunado.
     A la hora de comer, se unió a nosotros mi querido Benito. Ciertamente, se quedó muy sorprendido cuando conoció el mal rato que habíamos pasado por la mañana. En la Barceloneta hicimos una buena comida marinera. Posiblemente debido a la tensión vivida nos sentíamos prisioneros de un hambre infinita y realmente nos hartamos de comida sin miramientos. El caso más extraordinario fue el del propio don Eusebio que, como dicen por tierras alicantinas, "comió por quince". ¿Quién iba a sospechar que era su última comida en este valle de lágrimas? Realmente daba la impresión que, de alguna forma, intuía lo que se le avecinaba porque parecía decidido a darse el hartón de su vida como quien acumula víveres para iniciar un largo viaje.
     Doña Pilar no daba crédito a sus ojos y advirtió a su marido en más de una ocasión sobre su nivel alto de colesterol, sobre sus problemas de presión sanguínea, sobre su diabetes y un largo etcétera de problemas de salud que arrastraba. El ex-cura, sin embargo, en ningún momento hizo caso de los sabios consejos de su esposa y siguió devorando plato tras plato sin atender a razones. Parecía un náufrago recién llegado al mundo civilizado.
     Por la tarde, con energía suficiente para escalar el Everest por la cara Norte, nos dirigimos de nuevo hacia la Sagrada Familia con la intención de terminar el trabajo que infructuosamente habíamos iniciado por la mañana. No fue, seguramente la mejor idea, pero doña Pilar sentía una gran necesidad de pisar la obra del genial Gaudí y forzó la máquina, aunque su marido no era nada partidario de volver al lugar de los hechos. El recuerdo del mal rato vivido era todavía muy fresco. A pesar de todo, se acabó imponiendo el criterio de su esposa, como casi siempre en un matrimonio de personalidades muy desiguales, y finalmente fuimos a visitar el templo.
     La presencia de un historiador como es Benito estaba haciendo muy amena la visita hasta que todo se fue al traste espantosamente. Después de admirar la grandeza y la belleza del bosque, nunca mejor dicho, de columnas de la nave central, Benito tuvo mucho interés en que nos desplazáramos a visitar la tumba de Gaudí, situada en la Cripta. Ante el lugar donde descansan los restos de un hombre admirado mundialmente, nos explicó que el genio del Modernismo arquitectónico murió a causa del atropello de un tranvía y que, desafortunadamente, sus vestiduras y su aspecto, muy cercano al de un mendigo, provocó que tardara mucho en ser atendido. Justo cuando nos estaba dando a conocer que Gaudí pasó largo rato en el suelo y que hasta el conductor del tranvía lo apartó de la vía para seguir trayecto sin más novedad, don Eusebio se desplomó, parece ser que motivado por un fulminante ataque al corazón y cayó de frente sobre la pétrea losa de la tumba sin que ninguno de los presentes pudiera hacer nada para evitarlo.

     Seguramente que no será necesario que os diga que a partir de ese momento todo entró en una deplorable dimensión conocida para mí. Gritos, carreras, lloros, desesperación, impotencia... ¡No es necesario que siga! El descalabro emocional que ocurre cuando una persona fallece estaba servido. Doña Pilar, incapaz de asimilar la magnitud de la tragedia que sus ojos le mostraban, se desmayó de una forma tan aparatosa como conmovedora. El espectáculo a los pies de la tumba del eminente arquitecto hizo que rápidamente un montón de turistas dejaran de admirar la belleza del arte en piedra y cristal de aspecto eterno, para pasar a contemplar la dureza del final de un ser efímero como nosotros. Qué tristeza más grande cada vez que comprobamos nuestra terrible debilidad. ¡No puedo seguir! ¡Perdonad! 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 40. UNA VISITA ILUSTRE (4. A LA COMISARIA) (© JMPP 2013)



[40]
UNA VISITA ILUSTRE
(4...A LA COMISARIA)

     Sí, sí, ya sé que os dije que queríamos ir de visita a la fantástica y fabulosa obra de Gaudí, aunque para algunos "entendidos" no es su mejor aportación a la arquitectura modernista. ¿Cómo era el dicho? ¡El hombre propone y Dios dispone! Una frase muy adecuada para un día que simplemente nos proponíamos ir de visita a una de las más magnas obras dedicadas a la fe cristiana y que acabamos en una comisaría de policía descuidada y nada artística, ante un funcionario gordo y maloliente, hastiado de su rutinario trabajo.
     No, no, de ninguna manera creímos que era mejor pasar la jornada saludando a los entregados agentes que velan por nuestra seguridad. Ya tuvimos una sobredosis de ellos en los días posteriores al salvaje ataque a nuestra casa y durante el doloroso rapto de Paulina. Nuestra entrada en el enigmático mundo de los uniformados con placa fue forzadamente y a causa de un problema de nada despreciable dimensión que tuvo que ver, principalmente, con don Eusebio. Esta vez le tocó al impasible marido de doña Pilar, sí, aunque el circunspecto ser demostró que cuando hay que enseñar el genio, lo tiene, ¡y mucho! En esta ocasión, ¡quizás demasiado!
     Nos encontrábamos haciendo larga cola fuera del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona (un nombre más fácil de recordar que el de la... ¿cómo se llamaba? Ah, sí, algo así como Catedral de Santa María la Real de la Almudena), cuando, de repente, una chica que se encontraba detrás de nuestro grupito se tropezó con la mala fortuna que cayó sobre el excura. Los dos dieron con sus huesos por el suelo, pero afortunadamente sin sufrir, aparentemente, ningún daño. Don Eusebio se levantó sin más novedad, aunque un poco aturdido, mientras que la chica, aparentemente también sana y salva, abandonó, con cierta presteza el lugar del accidente. Un hecho que nos llamó la atención porque significaba dejar la cola que había estado guardando durante un buen rato. ¿Ya no quería visitar el templo? ¿Estaba avergonzada por lo que había provocado o era una sinvergüenza que acababa de hacer un buen negocio gracias al bueno de don Eusebio?
     El consuegro sospechó de inmediato de la actitud de esa persona, sobre todo cuando comprobó, perdiendo ahora sí las buenas maneras que lo caracterizan, que el bolsillo donde supuestamente descansaba su cartera, estaba vacío. Aparentemente, pues, don Eusebio parecía haber sido víctima de un hurto. Ninguno de los tres estamos demasiado habituados a correr, pero la gran barriga del consuegro no lo hace especialmente dotado para esta disciplina atlética. Por el contrario, la chica, que aparentemente se había hecho con el dinero del hombre, era muy joven, delgada y de aspecto atlético. A pesar de todo, sin embargo, una vez más comprobamos el inmenso poder del dinero, sobre todo cuando estás convencido de que te han desvalijado descaradamente. Y es que cuando a una persona le tocan el bolsillo sufre una transformación casi milagrosa. No exagero nada si digo que a don Eusebio sólo le faltó quitarse el elegante vestido y que apareciera un llamativo traje de superhéroe, debajo. Bueno, a lo mejor sí que exagero un poco, ¡pero no demasiado!
     Después de comprobar que la cartera había desaparecido, y creyendo que todavía se podía divisar la figura, aunque lejana, de la chica en cuestión, don Eusebio inició una carrera que ríete de Usain Bolt. La joven, cuando se sintió perseguida, aceleró el paso, pero en una de las ocasiones que giró la cabeza para mirar en dirección al perseguidor, quizás impactada por su semblante enloquecido, se tropezó y cayó al suelo de una forma tan aparatosa que a los que seguíamos la escena desde la distancia se nos puso la piel de gallina. Don Eusebio, ante el revuelo general, consciente de que su presa estaba a punto de caramelo, se echó literalmente encima de ella mientras la conminaba a entregarle lo que era suyo. La joven, incapaz de hablar nuestra lengua  ni ninguna otra comprensible para nosotros, muy contrariada y hasta aterrorizada, se intentaba proteger de una agresión inexistente. Lo único que pretendía don Eusebio era recuperar la cartera y su contenido, pero,  ¿tenía realmente esa chica lo que le pertenecía?
     No tardó ni cinco minutos en aparecer un guardia municipal. Es una zona con bastante presencia policial debido al inmenso número de carteristas, y otras perlas de la flora y la fauna del delito organizado, o desorganizado, que el turismo atrae como moscas. Don Eusebio, terriblemente nervioso, denunció que la chica le había robado la cartera. El policía, con cara de gran sorpresa, nos aseguró que era una cuestión de los Mossos de Esquadra, pero que le extrañaba enormemente que aquella chica, en particular, hubiera hecho lo que la presunta víctima del robo manifestaba porque formaba parte de un grupo de turistas alemanes de una escuela religiosa. No respondía, por lo tanto, al arquetipo de carterista habitual en esa zona. La noticia nos inquietó terriblemente ya que, todo parecía indicar que don Eusebio, en medio de la confusión, había cometido un fatal error y había atacado a una inocente.
     Nuestras fundadas sospechas se confirmaron poco después cuando llegó una patrulla de la policía catalana. Efectivamente, la chica no tenía nada que ver con el robo y, para colmo, puso una denuncia contra don Eusebio por agresión. ¿Qué os parece? Sí, acabamos todos en las hermosas dependencias policiales. ¿Quién quiere pasar una jornada viendo las maravillas constructivas del modernismo de Gaudí si puede estar sentado un buen rato en la sala de estar de una comisaría llena de gente de toda tipo?
     En todo este espectáculo no podía faltar la aparición estelar de mi consuegra. Su desafortunada intervención llegó a la hora de la declaración. Doña Pilar perdió los nervios, dijo más de una inconveniencia dirigida a los agentes, fruto de ese estado de alienación y hasta terminó desmayándose por la tensión que estaba viviendo. El pensamiento de ver al santo de su marido entre rejas fue demasiado para ella y no lo pudo soportar.
     Mientras tanto, el pobre de don Eusebio, sin cartera y con cargos por agresión era un hombre hundido, tras la declaración. Para una persona de orden que nunca ha roto un plato, la pesadilla que estaba viviendo le superaba. Los agentes de policía, conscientes de que todo había sido un lamentable error fruto de la tensión de quien se siente robado, hicieron todo lo posible para hacer entender a la joven que el agresor le había confundido por la carterista que, presuntamente, le acababa de robar la cartera. Finalmente, la bondad de personas civilizadas se impuso y la joven retiró la denuncia. Don Eusebio respiró tranquilo, aunque el disgusto después de un rato nefasto, no se le borraba de la cara. Por otra parte, doña Pilar recuperó el aliento y una cierta alegría y yo di gracias que se hubiera impuesto el sentido común y que todo hubiera quedado en nada.
     Dentro de la desgracia propia de una jornada que debía ser de disfrute viendo la obra de Gaudí y que se había torcido de una forma muy triste, justo cuando estábamos abandonando las dependencias policiales, llegó la excelente noticia de que un ciudadano ejemplar había encontrado la cartera de don Eusebio en el baño de hombres de la cafetería donde habíamos desayunado antes de proponernos ir a hacer cola al templo que pretendíamos visitar. Y lo más sorprendente es que la entregó inmaculada y virgen. Es decir, sin que faltara ni un solo euro, ninguna tarjeta de crédito ni la estampita de la Virgen del Carmen de la que don Eusebio es devoto. ¿Un milagro de la Santa? ¡No hay que descartarlo!

lunes, 25 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 39. UNA VISITA ILUSTRE (3. EL TERREMOTO) (© JMPP 2013)



[39]
UNA VISITA ILUSTRE
(3.EL TERREMOTO)

     Quizás estéis alarmadas por el subtítulo del episodio. ¡No es para menos! Estoy convencida que estaríais más impresionadas si hubierais pasado el mal rato que vivimos conjuntamente con mi consuegra y su marido. ¿Qué os podíais esperar del encuentro entre dos mujeres con una mala suerte casi mítica, como mi consuegra y yo? Soy consciente de que en esta vida me puede pasar cualquier cosa, como a todo el mundo, pero vivir en mis carnes un terremoto era lo último que podía sospechar. Vamos al grano, si os interesa.
     Después de una jornada muy grata al lado de nuestros consuegros, acordamos que pasaran la noche en casa. Ellos pretendían ir a dormir a Barcelona, ya que al día siguiente querían rendir visita, y homenaje, al inigualable templo de la Sagrada Familia de Gaudí, pero los convencimos que se quedaran a dormir con nosotros. Les dimos una magnífica habitación con vistas al hermoso y florido Centro de Deportes Laietània. Creo que estuvieron muy contentos con nuestro ofrecimiento. Bien, contentos al menos durante un rato. Pero,  ¿quién se podía imaginar que a media noche, sobre las tres de la madrugada, temblaría nuestra gran casa como si alguien la hubiera metido dentro de una inmensa coctelera? Afortunadamente, los invitados no padecieron ningún daño físico. Confieso que si lo hubieran sufrido me habría entristecido profundamente por el hecho de haber cambiado fatalmente sus planes.
     Seguramente que la mayoría de las que estáis leyendo mis aventuras vitales -si, "aventuras" es una palabra muy adecuada para hablar de mi vida- no sabréis que se siente cuando todo tu mundo se tambalea, y no hablo en sentido figurado, que de esto no se escapa casi nadie. Qué experiencia más terrible cuando notas que el suelo sobre el que pisas, o la cama en lo que estás descansando, recibe sacudidas de diversa magnitud; cuando ves que el jarrón con flores de la mesita cae al suelo y se rompe en mil pedazos mientras se esparce toda el agua y las flores; cuando ves que los cuadros de la pared bailan como si una mano invisible los estuviera meciendo; cuando oyes que los invitados comienzan a gritar asustados y tu consuegra se presenta en tu habitación, vestida con un pijama de seda rosa y, como enloquecida, te dice que qué tipo de casa tienes y que se está derrumbando y que moriremos todos debajo de los escombros. Sí, podéis imaginar que todo se hace muy difícil de afrontar con tranquilidad. Como sí una no tuviera suficiente inquietud ante aquel espectáculo preocupante al que se ha visto obligada a participar, encima ver a la familia aterrorizada no ayuda precisamente a calmarse y a pensar fríamente .
     Tampoco el resto de habitantes habituales y casuales de la casa estaban muy tranquilos, ni mucho menos. Benito no había visto, ni vivido, como yo misma, nunca un hecho como este y se puso enormemente nervioso. Y es que en un primer momento pensamos que los movimientos extraños eran generados por la propia vivienda y nos temimos lo peor. Por esta razón, la primera idea fue abandonar urgentemente la casa, pero cuando estábamos a punto de cruzar la puerta, el particular barman dejó de agitar la coctelera y todo volvió a una calma extraña, inesperada, que nos dejó tan sorprendidos como temerosos de que aquella mano invisible que había sacudido la casa volviera a hacerlo caprichosamente en cualquier otro momento.
     En el exterior del chalet, descubrimos como todo el vecindario, como nosotros, vivía con mucha inquietud el extraño suceso. La oscuridad de la noche estaba inundada de luces provenientes de las casas. Cosa nada habitual a esas horas de la madrugada, y que delataba claramente que nuestro caso no era singular, sino que estábamos, evidentemente, ante un terremoto, aunque de una escala reducida porque más allá de algún pequeño desperfecto o de algún jarrón roto, no se podía hablar, aparentemente de daños considerables.
     Después de charlar con algunos de los vecinos más alarmados e inquietos, todos con batín, por cierto, con la intención de someternos entre todos a una especie de terapia anti-ansiedad, sin demasiada fortuna, dicho sea de paso, los cuatro pretendimos recuperar una cierta normalidad que claramente resultaba imposible de encontrar. A las cinco de la madrugada pasadas y después de todo lo que habíamos vivido, ¿quién podía rehacer el hilo del sueño que la sacudida inesperada había cortado? ¡Pues don Eusebio! Sí, el ex-cura, un hombre, todo hay que decirlo, muy tranquilo y reflexivo, se quedó dormido como un bebé de pecho mientras estábamos todos con una infusión en la mano, sentados en la sala de estar y explicando las sensaciones vividas en aquella noche inolvidable.

-¡Ha sido impresionante y aterrador, querida Consuelo!
-¿Me lo dices o me lo cuentas?
-¡Te lo digo y te lo cuento! Me he caído de la cama. ¡Suerte de la alfombra! No te lo creerás, pero al principio creía que estaba en un sueño, pero de golpe y porrazo, nunca mejor dicho, me he visto en el suelo y no entendía que hacia allí. He notado que todo se movía, menos don Eusebio que seguía roncando como si nada. Entonces se ha caído el televisor por los suelos y con su estruendo mi marido ha abierto los ojos y con voz alarmada me ha llamado. Él creía que estaba solo. Mientras, todo se movía y yo he empezado a rezar como una desesperada. Creía que estaba llegando el fin del mundo, o al menos el mío. A medio Padrenuestro, don Eusebio se ha levantado de la cama y me ha ayudado a ponerme en pie. En ese momento hemos visto claro que teníamos que huir antes que la casa se fuera toda abajo.
-¡Qué mal rato hemos pasado, si señora! Ahora recemos para que no vuelva a ocurrir algo parecido. Es muy duro comprobar que el suelo que te sostiene no es tan sólido ni inamovible como una creía. A veces nos olvidamos que bajo nuestros pies hay un mundo vivo que de vez en cuando nos recuerda que está ahí. Afortunadamente, aquí no se suelen vivir desgracias producidas por terremotos, pero hay zonas muy peligrosas, como el mismo Japón donde las construcciones son anti-terremotos, sobre todo en las ciudades.
-¡Tienes muchísima razón, consuegrita! La tierra está viva y cuando le place nos da sustos, como el de hoy, o grandes tragedias, desgraciadamente. Somos tan poca cosa los humanos que pisamos sobre la Tierra. Para el inmenso mundo que nos acoge no somos mucho más que una hormiga. No tendríamos que olvidarlo nunca y bajar un poco del pedestal donde nos hemos subido en nombre de una supuesta inteligencia.
-¡Caramba, Pilar! ¡Estás entonadísima hoy! Parece que los terremotos en medio de la madrugada te inspiran, ¿eh?
-Calla, calla, que ya me inspiro sola y sin necesidad de terremotos. Si quiero bailar ya lo haré con música de la gran Lola Flores...
-¿Te gusta Lola Flores? ¡Ja ja ja! ¡Ahora sí que me has hecho reír!
-Me encantaba cuando era jovencita. ¡Tenía tanto poderío!
-¡Eso es cierto! Una mujer como pocas. ¡Más o menos como tú!
-¡Gracias, Consuelito! ¡Tú también eres fantástica!


     Afortunadamente, desde aquella noche no hemos vuelto a sufrir ninguna sacudida de la Tierra. Por cierto, al día siguiente, a pesar de haber descansado mal, la ínclita y querida doña Pilar y su marido se fueron a visitar la Sagrada Familia, y no fueron solos. Finalmente, yo también me apunté a la salida mientras Benet estaba en la Universidad. Después de la boda de mi consuegra no había visitado ningún otro templo religioso. Me abstendré de comparar la Catedral de la Almudena con la obra maravillosa, aunque inacabada, del grandioso y único, arquitecto catalán Gaudí. En el próximo episodio hablaremos de la magnífica excursión.

GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM

jueves, 21 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 38. UNA VISITA ILUSTRE ( 2. NUESTROS JÓVENES ) (© JMPP 2013)



[38]
UNA VISITA ILUSTRE
( 2. NUESTROS JÓVENES )

     Me gusta mucho conversar con personas que tienen algo interesante que decir. Lamentablemente, he tenido épocas en mi vida que me ha faltado el contacto directo con otros seres como yo, más allá de la familia más cercana. Con hijos pequeños y sin un trabajo fuera de casa fui alejándome de este intercambio de palabras, de miradas y hasta de sentimientos que se establece con las personas que generosamente comparten minutos de su vida en un acto comunicativo, que si la amistad es afortunada, se convierte en altamente enriquecedora para ambas partes. La entrega total a las sacrificadas labores de la casa, con el cuidado de los hijos y del marido incluidos, fueron haciendo mi mundo relacional cada vez más pequeño y cuando me di cuenta ya era muy difícil volver atrás. De repente me sentí muy sola. Las relaciones virtuales a través de las redes sociales paliaron en cierta medida este déficit en mi vida, pero no totalmente.
     He recordado ahora aquellos momentos de mi vida, de los que guardo un recuerdo agridulce, con la intención de compararlo con mi vida actual. ¡Han cambiado tantas cosas desde entonces! Miro atrás y me parece que todo aquel mundo, lejos de mi Cataluña, a la que añoraba día sí y día también, ha sido un sueño del que desperté repentinamente e insoportablemente con la muerte de mi hijo Juan. Un sueño con momentos propios de una pesadilla, claro, pero el destino también me llevó muchas cosas buenas sin las cuales no se entendería mi personalidad actual. Soy ahora mismo, pues, el resultado de más de cuarenta años de vida con luces i sombras.
     Perdonad que haya iniciado la escritura de hoy con esta reflexión nada original, pero he creído que era muy importante recordar de dónde vengo. Está claro que de nuestra vida desterraríamos, si pudiéramos, todos los malos momentos, pero no os habéis preguntado nunca cómo seríamos si no hubiéramos conocido ningún contratiempo, ningún problema y la vida nos hubiera premiado continuamente con alegrías y satisfacciones. Sinceramente creo que seríamos humanamente muy inferiores y hasta bastante insufribles. Sólo hay que ver los niños, y no tan niños, que han tenido de todo sin nunca un no por respuesta. Necesitamos, todos, que la vida nos vaya diciendo, de vez en cuando, y sin abusar, claro, un "no" bien rotundo.
     Ahora que citaba las criaturas, precisamente de la juventud actual hablamos con mi querida consuegra en la sobremesa de una comida muy entrañable, y gastronómicamente interesante, entre cigalas y gambas a raudales, en la playa de Mataró, mientras nuestros acompañantes se dedicaban a hablar vehementemente de los temas realmente importantes de la vida, como la liga de fútbol española.

-No dudo que hay muchas excepciones, querida Consuelo, pero hay que ver cómo está de mal la juventud de hoy en día.
-¿No crees que estás repitiendo las mismas palabras de siempre, querida Pilar?
-Sí, se ha dicho siempre, pero ahora es más oportuno que nunca decirlo porque nuestra jóvenes están absolutamente desbaratados, viciados e incluso diría que desquiciados por este mundo consumista loco que los ha atrapado. El abuso continuo desde todos lados que reciben me parece exagerado y hasta delictivo.
-Es curioso que lo diga una persona que no mostró muchos escrúpulos consumistas el día de su boda. ¿Sabes que creo, Pilar? Creo que tienes buena parte de razón, pero también creo que nosotros mismos estamos atrapados por don dinero y le rendimos homenaje y pleitesía constante y continuamente. Y luego nos quejamos de que nuestros hijos... ¿Si tenemos las manos atadas por la propia adicción a los bienes de consumo, como podemos ayudarles a cambiar este mundo loco del continuo y enfermizo usar y tirar y del derroche de los recursos naturales que no lleva a ninguna parte?
-Pero no es sólo el consumismo y el poderoso don dinero. Nuestros jóvenes son maleducados, holgazanes, irrespetuosos y hasta diría que peligrosos en algunos casos. Mis amigas de Madrid, y también de Benidorm, me cuentan auténticas barbaridades protagonizadas por hijos contra sus padres. Una chica que trabaja en los juzgados de Móstoles me asegura que casi cada día reciben denuncias de algún padre contra su hijo por malos tratos. ¿Nos estamos volviendo todos locos? Estoy muy preocupada, querida Consuelo. Y tú también deberías estarlo. ¿En qué mundo va a nacer tu hijo?
-¡Caramba, Pilar! Creo que el marisco no se te ha puesto del todo bien. ¡Estás de un trágico subido! Ya he dicho que tienes parte de razón, pero insisto en que la tendencia a criticar la juventud es un clásico que los maduros practicamos ya casi como un deporte. Dicho esto, tienes razón que mirando a nuestro alrededor parece que la gente esté enloquecida y algunas actitudes en la educación de los hijos, por parte de sus padres, pero no sólo de ellos, están haciendo que las criaturas se estén convirtiendo en reyezuelos que disponen de las voluntades de sus progenitores y demás familiares a sus anchas y sin escrúpulos.
-Sí, algunas criaturas están endiosadas. Han tenido, y tienen, de todo y no dan valor a nada. Se creen que sin esfuerzo se puede conseguir lo que les plazca porque papá ya sacará dinero del cajero cuando convenga. Y ahora con la crisis hay más de uno deprimido y hundido porque resulta que la fuente eterna del cajero se ha secado en su familia. No les entra en la cabeza que los lujos se han acabado y no levantan cabeza. Nuestra juventud está psicológicamente muy tocada, Consuelo.
-Seguramente que dices una gran verdad, Pilar. Estoy de acuerdo en que la bonanza económica que sufrimos hasta hace unos años –sí, "sufrir" vistas las consecuencias- ha hecho mucho daño a las criaturas ya que les ha dado una visión distorsionada de la realidad. Ahora, afortunadamente, algunos empiezan a despertar del sueño de grandeza y descubren que todo era irreal. Es muy duro para todos, pero para nuestras criaturas, más.
-Y por no hablar de su moral. Dejando de lado su poca fe cristiana, son personas sin las ideas claras sobre lo que está bien y lo que está mal…
-¡Basta, Pilar! Creo que se me está indigestando el almuerzo. Yo soy madre y he tenido los problemas que he tenido con mi hijo. ¡Ya lo sabes muy bien! Esta vida es muy difícil. Nos meten en un vagón sin saber de dónde viene ni a dónde va y tenemos que sobrevivir como buenamente podemos. Nos caen mamporros de todos lados, cometemos un error tras otro y, si hemos sobrevivido a todo ello, cuando ya empezamos a aprender a movernos por su interior,  nos echan del tren, a veces a patadas. No me dirás tú que no es un poco triste y salvaje todo este panorama.
-Este es un valle de lágrimas, lo sé muy bien. Esta vida es un simple y duro tránsito hacia una vida mejor, querida Consuelo, aunque ya sé que éste no es tu respetable punto de vista.
-No lo es, pero también te digo que me encantaría que tuvieras razón. Qué más quisiera yo que pensar que mi padre, mi Pablo, mi Juan y todos los seres queridos que nos han dejado, están disfrutando de la plenitud de una vida celestial, pero... Mejor dejémoslo aquí, si no te importa. Por cierto, ¿cómo ves la liga de fútbol este año? El Barça no afloja, ¿eh?
-De este fundamental tema solo voy a decir una cosa: “¡Ala Madrid!”

-Pues yo sólo puedo añadir ¡que visca el Barça! ¡Ja ja ja!



GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM

DAISY + POR LOS PELOS [4]
(E-BOOK DE FOTOS + E-BOOK DE RELATOS Y FOTOS)
GRATUÏT FINS EL 22 DE NOVEMBRE / GRATUITO HASTA EL 22 DE NOVIEMBRE

► EN AMAZON.COM
► EN AMAZON.ES
► EN AMAZON.UK
► EN AMAZON.DE
► EN AMAZON.FR



martes, 19 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 37. UNA VISITA ILUSTRE (1.LA PATERNIDAD) (© JMPP 2013)



[37]
UNA VISITA ILUSTRE
(1.LA PATERNIDAD)

     Coincidiendo con la afortunada salida del hospital hemos recibido una visita ilustre y totalmente inesperada. Estoy segura de que os llenará de placer y satisfacción saber que Benito, el proyecto de personita que llevo en la barriga y yo misma hemos sido honrados con la presencia de una madrileña ilustre, como quedó más que demostrado en sus accidentadas nupcias. Sí, exacto, hablo de la ínclita y nunca suficientemente bien valorada consuegra doña Pilar, acompañada, claro, por el no menos estimable, aunque mucho más discreto, don Eusebio.
     Sinceramente os digo que he tenido una gran alegría cuando los he visto entrar por la puerta, acompañados de un portero ocasional que aún mostraba más sorpresa que yo misma. Me ha hecho una ilusión especial que, en unos momentos de fuerte zozobra y recién llegados a casa después de unas jornadas complicadas, hayamos recibido la amable visita de unas personas que, por encima de las lógicas diferencias en la manera de enfocar la vida, tienen una gran categoría humana.
     Don Eusebio y doña Pilar desconocían, como toda mi familia, los problemas que me habían llevado urgentemente hasta el hospital. ¿Por qué preocupar inútilmente a los seres queridos? Todo el mundo tiene sus problemas y no es necesario que, encima, les bombardeemos con los nuestros, sobre todo si tampoco pueden hacer nada. Una vez encarrilada la situación, sin embargo, no me pareció mal de contarles de dónde veníamos y qué nos había llevado hasta allí. Doña Pilar, nos hizo saber, a partir de mi relato de los hechos, de una situación vivida por ella que desconocíamos y que nos impactó de forma grande, seguramente que sensibilizados por el hecho de tener una criatura formándose en mi interior.

-Dios quiera que el hijo que llevas en las entrañas crezca sano dentro de ti y nazca sin ningún tipo de problemas. Rezaré mucho por vosotros, Consuelo. Yo también soy madre y he sufrido lo mío, sobre todo con el pobrecito Jesús. Nació muerto, mi angelito. Yo era una jovencita de vente años y habría sido nuestro primer hijo, pero el gozo se fue todo al pozo. Nunca mejor dicho porque caí en un abismo muy profundo de dolor que sólo gracias a mi fe pude superar. Entendí que si Dios se lo había llevado con Él de forma tan prematura sería porque tenía una misión especial para mi hijito en el cielo.
-¡Qué terrible experiencia, querida Pilar!
-¡Terrible es poco! El dolor dentro de ti es muy profundo porque sientes como se va desmoronando todo el mundo que habías imaginado durante los nueve meses de embarazo. Todos los fuertes sentimientos de amor por ese ser que está creciendo en tu interior toman forma de puñales cuando descubres que ninguno de tus sueños se hará realidad. Con el corazón acribillado por el dolor, sientes que también tú has muerto con tu hijo. La gente cree que estás viva porque te ven respirar y no comprende que simplemente eres una muerta en vida. Tu existencia se ha ido con aquél pequeño ser por el que lloras desconsoladamente y que nunca tendrás entre los brazos.

     Doña Pilar me conmovió profundamente con aquellas palabras tan impresionantes. Vi ante mí a un ser humano que, con lágrimas en los ojos, rememoraba momentos durísimos de su vida. Ante la evidencia de que todos los presentes estábamos emocionados y sobrecogidos por sus recuerdos de una maternidad frustrada, creí conveniente hacer un viraje total de la conversación y le pregunté por el tema de la adopción que tenían previsto. Un auténtico acierto porque, como por arte de magia, mis palabras consiguieron desterrar la tristeza de sus ojos y cambiarla por la ilusión propia de los padres-abuelos. O dicho de otra manera, de la alegría que nace en quien, teniendo más edad de abuelo que de padre, se plantea la paternidad como un servicio temporal de entrega a personas desafortunadas en busca de una oportunidad. Doña Pilar es consciente de que su recorrido vital no es el de una jovencita y encara esta adopción como el último servicio a una vida que, a pesar de todo, no ha sido desafortunada para ella.

-Tenemos una ilusión bárbara puesta en nuestra paternidad, pero también somos conscientes que nuestra edad es la que es y acompañaremos a nuestro hijo o hija en un importante momento de su vida, pero tenemos que enseñarle a pescar más que darle peces, al menos a partir de cierta edad, porque nuestros años a su lado son limitados.
-Eso es lo que justamente tendrían que hacer todos los padres, pero a menudo les llenan los bolsillos de peces, para seguir con tu ejemplo, porque es más sencillo dar que enseñar. Para enseñar se necesita tiempo, esfuerzo y conocimiento. Estoy convencida de que seréis unos padres maravillosos. Sólo hay que ver cómo ha salido mi yerno, Andrés, para saber que harás, haréis, una labor extraordinaria con la persona afortunada que llegará a vuestra familia. A ver si se hace cura como su padre. ¡Ja ja ja!
-Oh, me encantaría. Siempre quise tener un hijo cura. ¡Dios lo quiera! Voy a rezar para que tenga devoción, pero no le voy a forzar de ningún modo.
-Tampoco sería tan extraño pensando que su padre era cura hasta hace dos días y su madre es medio monja, ¡Ja ja ja!
-Ahora te has pasado conmigo, Consuelito, ¡cómo siempre! ¡Ja ja ja!




GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM

DAISY + POR LOS PELOS [4]
(E-BOOK DE FOTOS + E-BOOK DE RELATOS Y FOTOS)
GRATUITO HASTA EL 22 DE NOVIEMBRE

► EN AMAZON.COM
► EN AMAZON.ES
► EN AMAZON.UK
► EN AMAZON.DE
► EN AMAZON.FR

sábado, 16 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 36. Y LA VIDA VA PASANDO (3.CON UN PIE EN EL ABISMO) (© JMPP 2013)


[36]
Y LA VIDA VA PASANDO
(3.CON UN PIE EN EL ABISMO)

     Podéis pensar que me he pasado con el título, pero la verdad es que tumbada sobre una camilla de hospital, con el corazón encogido por lo que podía pasarle a aquel pequeño ser que ya sentía como mío, me vi cerca del abismo otra vez. No quería pensar que el sueño de tener un hijo con mi querido Benito podía hacerse humo dramáticamente el mismo día que se cumplía una efemérides tan importante para nosotros. ¿Una nueva mala jugada del destino? Comprenderéis que me sintiera totalmente desesperada y que viera la profundidad del pozo del desconsuelo nuevamente abierto ante mis pies y me entrara un terrible vértigo.
     Un buen rato después de mi ingreso en el hospital de Mataró y situada ya en una habitación de planta junto a un Benito con cara de circunstancias, uno de los médicos que me habían atendido entró por la puerta con paso apresurado y, tras un breve saludo, nos explicó como estaba la situación de mi embarazo. Para nosotros era como estar esperando la sentencia de un juez contundente e inapelable. De sus palabras dependía nuestro futuro. ¿Qué veredicto tenía previsto emitir en nuestro delicadísimo caso? Con mi edad y visto lo que estaba pasando, si este embarazo no llegaba a su término, parecía de locos arriesgarse a una nueva gestación. Benito también lo sabía y la ilusión que había puesto en este importante episodio de nuestra relación ahora lo llevaba a sentirse profundamente inquieto, angustiado pero, sobre todo, muy triste.

-Como los veo muy angustiados por una situación tan lógicamente delicada, lo primero que quiero decir es que el aborto espontáneo, que no prematuro porque aún no ha llegado a las 20 semanas de gestación, según me ha dicho usted misma, ha podido ser controlado y actualmente se puede hablar de una cierta normalidad. Ahora bien, aquí, como ocurre en los fuegos que no se pueden dar por extinguidos hasta que no queda ni una sola brasa encendida, de ninguna manera podemos decir todavía que su problema está solventado. Quiero decir con esto, que hemos detenido la pérdida inmediata del feto, pero no hemos todavía logrado de "apagar" las últimas "brasas" y, por tanto, si no estamos muy atentos a su caso en cualquier momento puede aparecer un viento inesperado y reavivarse fatalmente un fuego que arrase todo el bosque. ¿No sé si me han entendido?
-Perfectamente señor doctor. Nos lo ha explicado de una forma magistral y muy comprensible para personas que no sabemos ni jota de medicina. ¿Y qué tengo que hacer para que este "vendaval" no llegue?
-Sobre todo un total reposo, que no quiere decir que se me siente en un sofá y vaya comiendo bombones uno tras otro... ¡No! Una cosa es el reposo y otra bien distinta la inactividad. Camine, haga algunas cosas de la casa, sí, pero siempre con gran moderación y sin extralimitarse. Y no olvide de hacer una buena y relajante siesta diaria. Y, por encima de todo, haga algo que se practica muy poco, desgraciadamente. Y ya no hablo sólo de las embarazadas. Escuche su cuerpo. Y al más mínimo síntoma de cansancio o malestar, pare las máquinas, descanse un rato en el sofá, coma un bombón, ¡pero sólo uno, eh!, y reanude el trabajo si se encuentra con fuerzas.
-¡Ja ja ja! De acuerdo, sólo uno. Bromas aparte, intentaré mantener una gran tranquilidad y relajarme junto a la caja de bombones, sin abrirla mucho... ¡Ja ja ja!

     Sí, gracias a las palabras de aquel doctor realmente simpático y competente, tuvimos un respiro de alegría después de unas horas que apuntaban de nuevo al dramatismo. De acuerdo que todavía había algunas "brasas" encendidas, pero el solo hecho de pensar que con esfuerzo aún podíamos salvar aquel gran obstáculo me dio una fuerza absolutamente imprescindible en aquellos momentos llenos de tensión y malestar. También Benito estuvo a la altura esperada y, teniendo en cuenta que Paulina tenía un permiso especial de vacaciones después del mal trago vivido, se ofreció a quedarse en casa los días que hiciera falta para ayudarme en todo lo que necesitara.

-Te lo agradezco de todo corazón, Benito, pero creo que no será necesario. Ya has oído al doctor. Puedo hacer las cosas de la casa, pero con tranquilidad y comiendo un bombón de vez en cuando para agarrar fuerza... ¡Ja ja ja!
-¡A ver si tendré que esconder la caja de bombones! ¡Ja ja ja! Lo que tú digas, pero si notas que te cansas abandona de inmediato lo que tengas entre manos y si no puedes hacer la comida, déjalo. Yo también sé cocinar algunas cosas. Ahora bien, canelones no me pidas, si no son del súper... ¡Ja ja ja! Y si la cama se queda por hacer, que se quede. Lo más importante es que todo salga bien, querida Consuelo.
-¡Todo irá bien, Benito! Este hombrecillo simpático me ha transmitido un gran optimismo.
-¡Sí, Consuelo! Tendremos el hijo que esperamos y lo querremos mucho. Y si es niño le pondremos el nombre del doctor en honor de quien ha hecho posible que no se vaya a pique nuestro sueño. ¿Cómo se llama?
-No sé si decírtelo...
-¡Vamos mujer!
-Pues se llama Casimiro López Gutierrez... ¿Qué tal? ¿Le ponemos "Casimiro" o prefieres "Lope" como el famoso Lope de Vega? ¿O quizás te gusta más Guti? ¡Como el exfutbolista del Madrid de doña Pilar!
-¡Ja ja ja! ¿Sabes qué te digo, Consuelo? ¡Voy a rezar para que sea niña! ¡Ja ja ja!

-¡Ja ja ja! Sí, una preciosa niñita que se parezca a su maravilloso padre, como suele ocurrir.

GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM


jueves, 14 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 35. Y LA VIDA VA PASANDO (2. DE LA LUZ A LA PENUMBRA) (© JMPP 2013)



[35]
Y LA VIDA VA PASANDO...
EL CUMPLEAÑOS (2)

     Quizás ya no os acordáis que la que aquí escribe está en estado de buena esperanza. Yo sí lo tengo muy en cuenta, por lo que me va en ello. De hecho, en el momento menos oportuno se me hizo más presente que nunca, desgraciadamente.
     La celebración del aniversario del primer año desde que nos conocimos Benito y yo, comenzó de una manera fantástica. La que pretendía dar la gran sorpresa fue la primera impresionada por un presente inesperado. Y es que antes de que pudiera abrir la boca para decir a Benito que le había preparado una sorpresa culinaria y otra floral, se presentó delante de mí con una cajita tan bien envuelta como sospechosa. Sí, no me equivoqué -como tampoco vosotras, seguramente- y dentro había un anillo de oro maravilloso con un pequeño brillante en el centro que quería simbolizar el año que hacía que habíamos entrado en contacto por primera vez en el mundo virtual de XOXXIAL. Una pequeña obra de arte de orfebrería, como de hecho lo es también nuestra relación llena de momentos dorados.
     Quedé tan impresionada con el extraordinario regalo de mi amado, que hasta me faltaron las palabras. Sólo fui capaz de emitir unos sonidos de admiración que no llegaron a palabras y con el sonido de la vocal “o” como máximo protagonista. Finalmente, fuertemente abrazada al generoso autor del grandioso obsequio, conseguí decirle lo inmensamente feliz que me había hecho su regalo, antes de que un beso eterno y placentero callara mi discurso entorpecido. ¡Qué bonito es el amor!
     Con el anillo puesto en el dedo y sin poder parar de mirarme la mano todo el tiempo, fui a buscar su regalo. Finalmente, no pude esperar hasta después de comer. Estaba tan impresionada por la joya que brillaba en mi dedo que quise darle la réplica, aunque más modesta, de inmediato. Además, así el bonito ramo podría dar una nota de color y de olor a la comida de aniversario.

-No es un regalo tan valioso como el tuyo, pero también está hecho con el corazón, ¡mi amor!
-¡Oh, qué maravilla! ¡Me encanta! ¡Gracias mil veces, Consuelo! Y no sólo por este regalo tan precioso, sino por el regalo continuo de tu compañía y de tu amor inagotable. ¡Soy el hombre más afortunado del mundo!
-Mejor que no empezamos con el habitual intercambio de alabanzas y de piropos o no comeremos. ¡Ja ja ja! Tengo tanto a agradecerte, mi amor. Este año, junto a instantes maravillosos, ha estado lleno de momentos durísimos que hemos vivido juntos, pero por eso mismo también nuestro amor se ha consolidado y fortalecido de una forma que parece indestructible. Por todo ello, lo quería celebrar poniendo todo mi amor en cada una de las cosas que hiciera hoy dedicadas a ti, empezando por unos modestos canelones que he preparado especialmente para la ocasión.
-¡Oh, no me podías hacer mejor regalo, aparte de las preciosas rosas! ¡Me encantan tus canelones, y muchas otras cosas tuyas! ¡Ja ja ja! ¡Eres maravillosa! Gracias por este año que ha tenido de todo, y no siempre bueno, es verdad, pero en el que nunca ha faltado el amor que sentimos el uno por el otro y que será eterno, estoy seguro. ¡Te quiero, Consuelo!
-Te quiero con locura, Benito. ¡Eres lo mejor que me ha pasado!
-Pues yo también a ti y con locura de frenopático, ¡faltaría más! ¡Ja ja ja!  A ver si vamos a discutir por quien ama más al otro. ¡Ja ja ja!
-¡Ja ja ja! No, no discutiremos por eso, como no hemos discutido nunca por nada.

     El almuerzo estuvo presidido por un ambiente que no os costará demasiado imaginar habiendo oído las previas y conociendo como las gastamos Benito y yo. Los canelones no fallaron, y mi amado parecía el hombre más satisfecho y más contento del mundo mientras se los comía. No debería decirlo, pero estaban de campeonato. ¿Qué más podíamos pedir en ese día tan especial. Amor a raudales y la barriga contenta y satisfecha. ¡Un placer total y absoluto!

     Me abstendré de repetir que en mi vida, como quizás os pasa a vosotras, cuando llevo demasiado rato de satisfacción y de alegría es como para empezar a preocuparse. Vosotras ya me entendéis, supongo. Estoy intentando decir, con mucha tristeza, que la celebración tuvo un final nada adecuado con lo que había sido hasta que apareció de nuevo mi conocida compañera de viaje: la fatalidad. Y es que en una de las frecuentes veces que tengo que ir a orinar desde que estoy embarazada, me di cuenta de unas sospechosas manchas de sangre en la ropa interior. Este hecho, combinado con un dolor abdominal que me había agarrado a medio comer me preocupó hasta el punto que llamé de inmediato a la ginecóloga de Villajoyosa que certificó mi embarazo. Ésta, me dijo, con voz muy alarmada, que me fuera urgentemente al Hospital y que anunciara que podía estar sufriendo un aborto espontáneo. Podéis imaginar cómo se me puso la cara cuando oí sus palabras.

     Afortunadamente, el hospital de Mataró está muy cerca de la urbanización donde vivimos. En poco menos de un cuarto de hora llegamos a la sala de urgencias del recinto hospitalario. Mi mal abdominal iba a más y mi desesperación estaba acercándose peligrosamente a los niveles de las más terribles ocasiones de mi atribulada vida. El hecho de pensar que podía perder el hijo que esperaba después de haber puesto finalmente tanta ilusión en él y saber que era el sueño de mi Benito, me producía un malestar tan terrible que seguramente abonaba el campo para que se produjera más aceleradamente el desenlace fatal de mi embarazo, pero parecía imposible que pudiera tomarme todo aquello serenamente, por mucho que me esforzara.

GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM


MEOW [1] [ESP] 
(E-BOOK DE FOTOS) 
 GRATUITO HASTA EL 17 DE NOVIEMBRE

► EN AMAZON.ES
► EN AMAZON.COM



martes, 12 de noviembre de 2013

CONSUELO [4] 34. Y LA VIDA VA PASANDO (1. EL ANIVERSARIO) (© JMPP 2013)




[34]
Y LA VIDA VA PASANDO...
EL ANIVERSARIO (1)

     Y la vida va pasando, atrapemos cada instante. Sí, va pasando y ayer se cumplió un año desde que conocí al segundo gran amor de mi vida, después del inolvidable Pablo. Os ahorraré el discurso habitual sobre su grandeza y lo maravilloso que es. Bueno, de hecho ya lo acabo de decir... ¡ja ja ja! Era una fecha especial que merecía ser celebrada intensamente. No siempre se conoce a una persona tan extraordinaria a la que se puede entregar el corazón con la confianza y la seguridad de que lo mimará y lo cuidará incluso con devoción. ¡Ya estamos otra vez! No puedo evitar alabarlo a cada instante. Es que estoy loca por él. Lo digo por si no se había notado. ¡Ja ja ja!
     Si habéis leído los libros anteriores sobre mi modesta existencia, sabréis que me encantan las flores. A un hombre que tiene de todo, pensé que le gustaría que le sorprendiera con un regalo lleno de vida como símbolo de un amor vivo, intenso como el que siento por él. También como símbolo del aliento que me ha dado en muchos momentos que podía parecer que estaba viva porque respiraba, pero que realmente me sentía muerta interiormente.
     Por la mañana, mientras Benito estaba en Barcelona trabajando, me desplacé hasta el centro de Mataró. En la búsqueda de una floristería terminé caminando por la populosa calle Santa Teresa. Una pequeña calle que une dos importantes plazas de la capital del Maresme. La plaza de las Teresas y el centro neurálgico por excelencia de Mataró, la Plaza de Santa Ana, con la extraordinaria iglesia dedicada a la misma santa presidiendo uno de los lugares más emblemáticos y vivos de la ciudad.
     En la Calle de Santa Teresa, descubrí una bonita tienda de flores y plantas gestionada por un matrimonio de edad avanzada, pero aún al pie del cañón, formado por Carmen y Juan. Dos personas que me atendieron con enorme simpatía y que hicieron posible, con gran profesionalidad, que mi deseo se hiciera realidad de una manera que incluso superó mis expectativas. Carmen hizo un ramo maravilloso de rosas rojas mientras íbamos charlando distraídamente.

-Hará muchos años que tienen esta tienda aquí en el centro, ¿no?
-No se equivoca señora...
-Consuelo
-¡No se equivoca, Consuelo! ¡Cerca de sesenta años!
-¡Extraordinario! Habrá usted visto cambiar todo esto enormemente, en todos estos años.
-¡Mucho! ¡No tiene nada que ver! En esta calle no había ninguna tienda. Todo eran casas...
-Pues ahora todo son comercios...
-Sí, cuando empezamos sólo había un zapatero aquí delante y más arriba una bodega que vendía vino a granel. La nuestra fue la primera tienda de plantas y flores de Mataró. ¿Qué le parece?
-Viendo hacerla el ramo uno se da cuenta de que aquí hay mucho conocimiento y experiencia. ¡No me extraña!
-¡Pues sí! He hecho de todo. Los gustos van cambiando, sobre todo en ramos de flor seca que ya se llevan menos, pero el ramo de flor natural nunca pasa de moda.

     El ramo quedó precioso, pero su volumen desaconsejó que me lo llevara a mano y menos con el autobús con el que había llegado al centro. Juan se ofreció a entregarlo a una hora convenida. Pensé que después de comer sería una buena hora.

-A la hora que quiera, señora Consuelo.
-¡Muy bien, Juan! He pensado que después de comer, entorno a las cuatro. Quiero darle una sorpresa a mi novio. Es que hoy hace un año que nos conocimos. Este ramo le encantará. Yo me lo llevaría, pero es que con el autobús...
-¿Quiere que la lleve con el coche y dejemos ya el ramo en casa? De todas formas debo desplazarme hasta su casa...
-¡Magnífico! Si le parece bien voy a hacer unas compras y al volver nos vamos para allá, si no le importa.
-¡Perfecto! Cuando vuelva, cargamos el coche y nos vamos a la Cornisa.

     Da gusto encontrar gente tan amable. Después de comprar en el mercado de la Plaza de Cuba algunas cosas para la comida sorpresa que quería prepararle a Benito, nos dirigimos a la urbanización donde vivimos. Por el camino, el señor Juan y yo tuvimos una charla también muy ilustrativa sobre una ciudad que ya no tenía nada que ver con la que aquel viejecito había conocido de joven.

-Mi familia se dedicaba al transporte. Ya se puede imaginar como empezaron a mitad del siglo XIX. En los inicios, mi abuelo y mi padre iban con tartanas y caballos. Como en las películas del oeste ¡Ja ja ja! Después vino el motor de explosión y se compraron un Ford tipo T. Fue el primer coche sin caballos que llegó a Mataró. Todo un acontecimiento para el pueblo. Y vieron también el nacimiento del primer tren de España, el que unía Mataró con Barcelona, en 1848, de la mano del insigne Miguel Biada. Gran invento para transportar todo tipo de productos, des de los producidos por los fabricantes textiles hasta el fruto de la agricultura. Aunque también tenía sus problemas. O sino que se lo digan a mi padre que salió vivo de milagro de un terrible accidente de esta línea. Se rompió "sólo" un brazo y no quiso volver a subir nunca más a un tren. ¡No me extraña nada! Se imagina usted cómo serían aquellos trenes. Y eso que aún no existía la RENFE! ¡Ja ja ja!
-Sí, ¡ja ja ja! No quiero pensar que habría ocurrido si hubiera existido la RENFE!
-¡Yo tampoco! ¡Ja ja ja!


     Fue un viaje muy divertido, agradable y hasta entrañable junto a aquel hombre exageradamente delgado, bajito y con un sentido del humor muy acusado, a pesar de su edad y su aspecto físico aparentemente delicado. Al llegar a casa, dejamos el ramo escondido en el cuarto de los trastos. Un lugar que habitualmente no visita Benito. Ya tenía una parte del regalo a punto, ahora sólo faltaba que en la cocina le preparara alguna delicia culinaria para contentar su paladar. No es un hombre exigente, pero quería prepararle su plato preferido. Después de despedir con una gran sonrisa de agradecimiento a Juan, me fui a la cocina y no salí en unas cuantas horas. Preparar unos buenos canelones tiene su dificultad, sobre todo si se quiere que sean bien sabrosos. ¡Ya os contaré!

GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM