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YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

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miércoles, 9 de octubre de 2013

CONSUELO [4]: 12. DESTINO FINAL: LA ALMUDENA (1. EL VIAJE) (© JMPP 2013)



[12]
DESTINO FINAL: LA ALMUDENA
(1. EL VIAJE)


     Sí, un viaje realmente rápido entre Alicante y Madrid sentados en un transporte de alta velocidad extraordinariamente moderno y confortable. Sin hacer ninguna parada llegamos a la querida ciudad de la novia en poco más de dos horas. La intención primera era ir en primera clase en un viaje de Benito y yo solos, pero como finalmente también nos acompañaron mi hija y su familia, acabamos todos metidos dentro del vagón número ocho de la zona de preferente. Cuando digo “todos” también me refiero, ni más ni menos que a la ínclita doña Pilar. A mi consuegra le hacía mucha ilusión formar parte de la comitiva que se trasladaba a Madrid con motivo de tan magno acontecimiento, sobre todo porque en ella iba su hijo y sus dos nietecitos. Realmente fue un viaje corto pero intenso. Y es que doña Pilar tuvo uno de sus frecuentes ataques de charlatanería. Charloteó tanto, sobre todo hablando de la inminencia de su boda, que acabó felicitándola todo el vagón entero. Y después se extrañaba que la gente tuviera conocimiento de que se casaba. ¡Increíble!

-Me siento siempre tan querida por la gente, Consuelo. Me he Levantado para ir al baño y todo el mundo me paraba para felicitarme por mi inminente enlace. Han sido tan amables, y en un número tan elevado y extenso, que creía que me meaba encima. ¡Con perdón! ¡Que agradecida estoy a la gente! ¿Cómo se habrán enterado de lo de nuestra boda? Habrán visto referido el acontecimiento en algún medio de comunicación...
-¿Qué medio de comunicación mejor y más rápido que tu voz? Llevas todo el viaje hablando de la boda. Yo creo que a estas alturas ya lo sabe hasta el maquinista…
-¡Qué exagerada que eres, Consuelo! ¡Si apenas he hablado de la boda! Quiero distraerme con otras cosas porque la verdad es que estoy un poco tensa...

     Sorprendentemente, antes de que pudiera terminar la frase, la megafonía del tren se puso en marcha y habló el "capitán". Todos los que estábamos en el vagón nos quedamos perplejos porque no es nada habitual que en estos medios de transporte hable, en los términos que lo hizo, el que lleva el mando del tren. Ante esta novedad inesperada, se hizo un silencio sepulcral y la gente escuchó con mucha atención sus primeras e inquietantes palabras.

Mucha atención señores pasajeros. Les habla el maquinista. Me dirijo de forma excepcional a todos ustedes para comunicarles una noticia muy importante de la cual acabo de tener conocimiento. He sabido que entre nosotros viaja una pasajera excepcional que próximamente va a celebrar su enlace matrimonial en nuestra entrañable Catedral de Santa María la Real de la Almudena. En nombre de los miembros de la tripulación y en el mío propio queríamos desearle muchas felicidades a doña Pilar. Y a todos ustedes, gracias por su atención y que acaben de disfrutar de un buen viaje en nuestra compañía. Llegaremos en menos de media hora a la querida capital de España.

     Entenderéis bien fácilmente que, mientras la gente espontáneamente comenzó a aplaudir y a ovacionar a doña Pilar, por cierto, yo me quedara absolutamente sorprendida y descolocada ante el detalle con nuestra novia que acababa de protagonizar el maquinista. Doña Pilar se hinchó tanto de satisfacción en su asiento que hasta empezó a invadir el mío. Temí por la salud del respaldo y por la del vecino de atrás.

-Oh, qué hombre más amable. ¡Qué detalle más emocionante ha tenido conmigo! Lo que te decía, Consuelo. Me siento querida allá por donde voy.
-Sí, realmente no te puedes quejar. Yo he temido que fuera a decir que pasaba algo gordo y me ha inquietado mucho. Bueno, la verdad es que está a punto de pasar un acontecimiento singular en la Almudena, según empiezo a intuir. Contigo por medio puede ocurrir cualquier cosa...
-Ja ja ja... ¡Gracias, Consu! Me lo tomaré como un cumplido...
-Sí, más vale así. Ja ja ja...

     En el resto del viaje, afortunadamente la perdí de vista un rato. Doña Pilar se sentó al lado de mi hija para estar cerca de nuestros nietos. Dos preciosidades de criaturas que estaban a punto de asistir a su segunda boda, después de la de sus padres. Esta vez la podrían vivir mucho más intensamente porque ya estaban muy espabilados.

-¡Mis dos preciosos retoños que serán la alegría de la boda! Qué gran ilusión siento de saber que me acompañarán en este momento tan importante para don Eusebio y para mí.
-Veremos si serán capaces de llevar los anillos a los novios o se asustarán ante la magnificencia del escenario y del acontecimiento, querida suegra.
-¡Todo va a salir a pedir de boca, Carla! Estas dos bellezas lo van a hacer muy bien... ¿A qué sí, Evita bonita? ¡Mira cómo se ríe! Y tú Pepín, ¿qué me cuentas con esos ojazos que tienes?
-No te va a contar nada porque no se llama Pepín, querida Pili... "Me llamo Pepe" ¿Ah que sí hijito? Díselo, Díselo...”Me llamo Pepe y es un nombre muy bonito. ¡Mucho más bonito que Pilar!"
-Ja ja ja… Déjalo pobrecito que ya está un poco cansado del viaje.

     Llegamos puntualmente a la estación de Atocha. No os lo creeréis pero doña Pilar, antes de salir del tren, incluso acabó firmando autógrafos. Y es que su popularidad, ya de por sí notable dado su carácter, se vio agrandada por el detalle del maquinista. En conjunto, un buen presagio de lo que nos esperaba en la boda. Un hecho notable que quedará escrito con letras de oro en los anales de la historia de Madrid, sin duda.
     Por cierto, al llegar a Atocha perdimos a la consuegra de vista. Cuando ya nos empezábamos a preocupar, la vimos llegar tranquilamente bien pegadita a un hombre de mediana edad que pronto supimos que era el famoso maquinista que tuvo el detalle de felicitarle públicamente.

-Os presento a Don César Benavente de Gea, un pedazo de maquinista y mejor persona…
-¡Muchísimas gracias, Pilar! Es que tú me quieres mucho. Somos amigos ya de tantos años. ¡Cómo echo de menos a tu marido! ¡Lo admiraba tanto! Ha sido, sin duda, el mejor tesorero que ha tenido el partido. Y tu yo ya sabemos de lo que hablo… Ja ja ja…
-¡Eres un pillín, César! Te esperamos el sábado. No vengas con tu tren que en el centro está mal el aparcamiento… Ja ja ja…
-No, descuida, vendré con mi cercanías… Ja ja ja…
-Ja ja ja… ¡Mucho mejor! ¡Dónde vas a parar!


     No pienso hacer ningún comentario a propósito de esta conversación. ¡Creo que habla por sí sola!



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