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YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

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viernes, 11 de octubre de 2013

CONSUELO [4]: 13. DESTINO FINAL: LA ALMUDENA (2. UNA VISITA TURÍSTICA CON DESMAYO) (© JMPP 2013)



[13]
DESTINO FINAL: LA ALMUDENA
(2. UNA VISITA TURÍSTICA CON DESMAYO)


         Benito y yo nos hospedamos en el Hotel Atlántico, ubicado en la Gran Vía madrileña. Un magnífico hotel -no tanto por lo que respecta al precio- situado muy cerca de la famosa Puerta del Sol y no demasiado alejado de nuestro destino más celebrado, la Catedral de la Almudena. Os ahorro el nombre completo, y pomposo, del famoso recinto religioso, que tanto le gusta pronunciar a mi consuegra, y a su amigo maquinista.
     Muy temprano por la mañana, el mismo día de la boda, Benito y yo salimos del hotel para tomar el metro en la estación de Callao y dirigirnos a realizar una corta visita turística partiendo de la Plaza del mismo nombre. Lo primero que teníamos interés de ver era la archifamosa Puerta del Sol, sobre todo para los que nos comíamos las uvas del cambio de año ante TVE1 en aquellas épocas de la prehistoria personal. Tras las pertinentes fotos con el mítico reloj de fondo, atravesamos otro punto muy importante en la historia reciente de la capital de España, des de un punto de vista turístico-comercial. Hablo de la famosa calle Preciados. Una especie de equivalente, salvando las claras distancias, a mi Portal del Ángel de Barcelona y con muchas tiendas exactamente iguales que las que podríamos encontrar en cualquier otra ciudad peninsular con cierta importancia. Una uniformización, al menos en este tipo de tiendas modernas, algo empobrecedora. Suerte que aún se mantienen tiendas clásicas, tanto en Madrid como en Barcelona. Da gusto verlas, y comprar en ellas. Es un bien cultural a proteger.
     Ante la innumerable cantidad de establecimientos conocidos, pero especialmente de ropa, que encontramos en una de las calles más comerciales de Europa y del mundo, mi Benito no pudo evitar hacer la broma oportuna.

-Me he dejado la cartera en el hotel, ¿de acuerdo?
-¡Ja ja ja! ¿Podrías ir a buscarla? Mira este modelito. Sólo vale seiscientos euros y es más bonito que el vestido que he elegido para la ocasión magnífica de esta tarde... Además, no desentona nada con el de la novia.
-Espero que hables en broma...
-¡Como tú! ¡Ja ja ja! Has traído la cartera, ¿no?
-¡Siempre la llevo encima! No se sabe si la puedo necesitar para alguna urgencia... Contigo al lado, ¡todo es posible! ¡Ja ja ja!
-Pues si la llevas será para usarla, ¿no? ¡Ja ja ja!
-Lo máximo que puedo hacer es invitarte a una caña y a un bocadillo de calamares...
-¿Un bocadillo de calamares? ¡Ja ja ja! ¿Pescados en el Manzanares? ¡Qué locura! ¡Ja ja ja!

     En la Puerta del Sol no pudimos evitar hacer la típica foto a la famosa estatua del Oso y el Madroño. Una curiosa pieza de arte que representa el escudo de armas de la ciudad castellana. Allí también encontramos el conocido punto de donde parte la red de carreteras del estado: el km 0.
     Finalmente, lo que comenzó siendo una broma se hizo realidad, y ya llegados al casi centenario Mercado de San Miguel, mi querido Benito me invitó a uno de los particulares bocadillos de calamar que, por cierto, yo no sabía ni que existieran. De su sabor no hablaré demasiado. Simplemente diré que me sorprendió gratamente, pero que no creo que sea plato habitual en mi casa a partir de ahora.
     Tras dejar el Mercado, no sin haber hecho alguna que otro cata de alimentos de calidad en sus curiosas paradas, atravesamos por la Plaza de la Villa para terminar el recorrido, no podía ser de otra manera, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena. ¿Habéis visto lo bien que me sé el nombre cuando quiero? Obviaré de deciros que acabo de leerlo en un panfleto que recogimos en el viaje. En cuanto al edificio, por la parte exterior -de la interior ya hablaremos en su momento-, debo reconocer que me impactó fuertemente. No tanto por su belleza como por su majestuosidad. ¡En Madrid todo es muy grande! Una catedral, por cierto, construida entre los siglos XIX y XX, consagrada por el Papa Juan Pablo II y con una característica que puede alegrar a los alicantinos y a las alicantinas ya que he sabido que la piedra usada para la construcción provino de Novelda, un pueblo cercano a Alicante, famoso, precisamente, por su industria del mármol, así como por las especias y por la viticultura.
     Todas hemos visto alguna vez esta catedral emblemática por la televisión, sobre todo a partir de una boda principesca relativamente reciente, pero no es lo mismo pisar el escenario que verlo por la pequeña pantalla -cada vez mayor, por cierto. No podía creer que mi consuegra estuviera a punto de pisar aquel recinto religioso vestida de novia.
     Ciertamente estaba siendo una mañana de primavera muy agradable en la ciudad de la querida doña Pilar. La compañía también hacía lo suyo. No hay duda de que Madrid es una ciudad llena de historia, que lugares como el mercado de San Miguel, las plazas que atravesamos, entre muchas otras, o la misma Puerta del Sol, sin hablar del recinto religioso que estaba a punto de celebrar un evento grandioso, ponen de manifiesto. Sin embargo, como todos sabemos demasiado bien, y yo particularmente lo he sufrido muy a menudo, cuando más bien estás acostumbra a llegar de improviso la gran bofetada. Y en este caso la expresión es tan válida en sentido directo como en el figurado porque justo en el centro de la Plaza de Oriente, muy cerca de la catedral, me empecé a sentir mal. Sin casi tiempo para comunicárselo a Benito, me sentí desfallecer y poco después ya estaba en el suelo inconsciente. De lo que ocurrió después tuve noticia, claro, a través de mi querido acompañante.
     Como es fácil de imaginar, Benito pasó un rato terrible, durante el cual un montón de curiosos se acercaron a ver qué me ocurría. Entre ellos, los enterados de turno que elaboraron muchas teorías sobre mi caso. Uno de ellos pretendía que tomara un caramelo, a pesar de estar inconsciente, para solucionar, según él, una bajada de azúcar. Otro sugirió que tomara un poco de bebida isotónica con la misma finalidad. Lo cierto, sin embargo, es que nunca me había pasado algo parecido y que, una vez recuperada espontáneamente después de que alguno de los entendidos me elevara las piernas, me desperté muy aturdida y, sobre todo, preocupada por lo que me acababa de ocurrir. ¿Qué significaba aquel extraño hecho? ¡Poco imaginaba lo que me venía encima!
     El inesperado y desagradable desfallecimiento representó el final de la visita turística ya que recorrimos el camino hasta el hotel en taxi. Un hombre, el conductor, por cierto, que no cerró la boca en todo el camino. Yo no estaba precisamente para hablar y me acabó agobiando. Benito le siguió la corriente como pudo.

-¿Catalanes?
-¡Me temo que sí!
-Tranquilo hombre. Yo tengo muchos amigos Catalanes e incluso entiendo su idiosincrasia. ¡Aunque no es nada fácil! ¡Ja ja ja! En general, son buena gente. Aquí en Madrid hay muchos. Se ve que los tratamos muy bien. Habrán venido a aprender la lengua del reino. ¡Ja ja ja! ¿De turismo, amigos?
-Y de boda. En la Almudena, esta misma tarde.
-¿Cómo? ¿Van a la boda de doña Pilar? ¡Qué suerte! Ya me gustaría ir pero como no entre con el taxi. Me conformaré con llevar a más de uno a la boda… ¡El negocio es el negocio!
-Doña Pilar es nuestra consuegra. Veo que la conoce…
-¿Y quién no la conoce en Madrid? Ella y su marido, que en paz descanse, eran muy queridos aquí. ¡Qué gran persona que era ese hombre! ¡Se fue demasiado pronto! Fue tesorero del Partido…
-“Buen tesorero”, ¿no?
-¡Excelente! ¿Sabe que antes de taxista yo era su chofer? ¡Qué propinas me daba! Cuando menos me lo esperaba me decía, “Manolo, ahí va un sobrecito pal chalé.” Es que en esos tiempos me estaba haciendo una choza en Somosaguas.

     No me diréis que no había como para volver a desmayarse. ¡Qué tipo más hablador y pesado! Exactamente de la calaña de la novia. Una mujer que mientras nosotros volvíamos al hotel, debía estar ya peleándose con el vestido. Y es que se lo compró dos tallas más pequeño de la cuenta convencida de que una buena faja haría milagros. Os aseguro que no hay faja en el mundo que la ponga en cintura.


[SEGUEIXI LA VERSIÓ EN CATALÀ A MACROLITERATURA JMPP]

                                              ♫ Evanescence - Fallen (Full Album) ♫


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