MATARÓ
(2.LA VISITA)
Sí, hoy hemos recibido una
visita ilustre en nuestra hermosa casa de la urbanización la Cornisa. Por fin
he conocido al hombre que ha conseguido dos cosas muy meritorias: enamorar a mi
madre octogenaria y, más difícil todavía, lograr que use tanga como ropa
interior. ¿Os acordáis de Manuel? Bueno, os refresco un poco la memoria y os
digo que era aquel "jovencito" de 64 años que fascinó a mi madre en
las clases de baile hasta robarle el corazón. Recordaréis quizás también que se
dedica a hacer de comercial de una firma de ropa íntima femenina y que, precisamente
a causa de su trabajo, no pude conocerlo en una visita que hice a mi madre ya
que estaba de viaje en el País Vasco con el muestrario de bragas y sujetadores
bajo el brazo.
Al mediodía han llegado los
invitados montados en un SEAT 124 D blanco inmaculado. Quizá sabréis que se
trata de un coche antiguo muy famoso en los años setenta. Me preguntaba qué
hacía mi madre sentada en un coche de cuando era joven, curiosamente como el
que teníamos en casa cuando yo era pequeña. Después de un saludo muy efusivo
con mi padrastro y de intercambiar palabras de alegría por un conocimiento
mutuo que creo que nos ha satisfecho mucho a los dos, he cruzado unas palabras
con mi madre mientras Benito acompañaba Manuel al servicio.
-¿Qué me dices, Consuelo?
-¡Estoy encantada! Es guapo, está bien conservado y parece muy simpático.
¡Chapeau, mama! Ya veo que has salido a tu hija a la hora de elegir perlas
masculinas. Por cierto, me ha hecho gracia que lo primero que me ha dicho es la
talla de sujetador que uso. ¡Y ha acertado! ¡Ja ja ja!
-Es muy gracioso. Casi siempre está sacándole punta a todo. Me paso el
día riendo a su lado. Este hecho sólo ya me ha rejuvenecido diez o veinte años.
Soy muy feliz con él, Consuelo.
-¡Me alegra mucho oírte, mama! Por cierto, el novio te lo has buscado
joven, atractivo y gracioso, pero tiene una carraca de coche... ¿Se trata también
de una broma suya? ¡Ja ja ja!
-¿Qué dices hija? ¡Sí es una maravilla de coche! Me lo acaba de regalar. Le
expliqué que teníamos uno cuando eras pequeña y se presentó un buen día con
esta joya. Cuando monté en él me pareció que había entrado en la máquina del
tiempo. Incluso creí oír tu vocecita de niña detrás del asiento pidiéndome si
faltaba mucho para llegar a Sitges, como en aquellos veranos míticos. ¡Ja ja ja!
Él es así. ¡Me trata a cuerpo de rey!
-Parece que te quiere mucho, pero quizás es un poco exagerado... ¿Comprarte
un coche viejo como éste sólo porque tienes buenos recuerdos asociados? Qué
pasada, ¿no?
-Bueno, es que resulta que hace colección de coches viejos restaurados.
También tenemos un SEAT SEISCIENTOS de color rojo y precioso... Habíamos
pensado venir con él, pero finalmente hemos creído que iríamos más cómodos por
la autopista con un coche tan extraordinario como éste. El SEISCIENTOS lo usa
para circular por Barcelona. Le va muy bien para aparcar en cualquier lugar.
-¡Caramba! ¡Sí que da para caprichos caros eso de vender bragas y
sujetadores!
-Bueno, él es hijo de buena familia y el único heredero de una fortuna.
Casi no le haría falta trabajar. De hecho, pronto se jubilará y ya me ha dicho
que nos pasaremos el día viajando por todo el mundo de hotel de cinco estrellas
en hotel de cinco estrellas...
-¡Mama! ¡Qué gran partido que te has buscado!
-Bueno, niña, tampoco es que el tuyo parezca un muerto de hambre. ¡Qué
señor chalet en este lugar exclusivo de Mataró! ¿No lo habrás pagado tú?
-¡Ja ja ja! Sí lo hubiera pagado yo sería como mucho una tienda de campaña
hinchable en medio del Montnegre... ¡Ja ja ja!
-¡Eso! ¡Ja ja ja! En fin, parece que las dos hemos tenido mucha suerte con
estos galanes, en todos los aspectos. ¿No hija?
-¡Sí, mamá, mucha! ¡Ya tocaba!
-¡Sí hija mía, sí!
Sentadas en el cómodo sofá de
piel del comedor, nuestra divertida conversación se ha visto interrumpida, algo
indiscretamente, por las voces alegres de los dos hombres charlando con buen
humor en la cocina. Parecía claro que padrastro y yerno habían conectado rápidamente,
a pesar de pertenecer a mundos aparentemente muy diferentes. La verdad es que
la conversación no me ha extrañado, pero sí que me ha inquietado un poco. Ahora
veréis por qué.
-Bueno, tú y yo tampoco tenemos un trabajo tan diferente, Manuel. Yo
también me paso el día viendo tangas y sujetadores de todas las tallas y colores.
Y no precisamente en un muestrario o en fotos. Yo los veo puestos y bien
puestos... a mis alumnas. ¡Ja ja ja! Deberías ver cómo van algunas por las
aulas. No sé si es que la crisis hace que se compren la ropa diez tallas más
pequeña, pero la ropa interior ahora es más exterior que nunca. ¡Estarás
contento, Manuel! ¡Ja ja ja!
-¡Y tú también, por lo que parece! ¡Ja ja ja! Ya veo que ahora que me jubilo
podrías tomar tú el relevo en mi empresa... Tienes mucha experiencia en el tema…
-¡No gracias, Manuel! ¡Ja ja ja! La verdad es que ya estoy un poco cansado...
Bueno, también estoy harto de ver calzoncillos, pero si te digo la verdad, no
me fijo tanto. ¡Ja ja ja! Si me dan a elegir me quedo con el vestuario de las
chicas. ¡Están más buenas! ¡Ja ja ja! Uno
no es de piedra, ¡cojones! Por cierto, algunas cuando vienen de visita al
departamento parece que aprovechen para ponerse los modelos más encogidos de su
vestuario. ¿Por qué será? ¡Ja ja ja!
-¡Caramba, Benito! ¡Qué suerte, tío! Parece que te distraes de lo lindo en
tu trabajo…
-Sí, la palabra es "distraer". ¿Tú crees que uno se puede
concentrar a exponer el temario aburrido de Historia con unas chicas jóvenes
que te llenan los ojos con sus poderosas gracias casi a la vista? ¡Es un
trabajo más duro de lo que parece! Casi nos deberían dar un plus de
peligrosidad.
-¿Peligrosidad? ¡Ja ja ja!
-Sí, sí, una vez estuve a punto de caerme de la silla viendo una alumna
agachándose a recoger la tiza que, casualmente, se le cayó mientras exponía el
tema de la Caída del Imperio Romano.
-¡Ja ja ja! ¡Puedo imaginármelo!
-¡No lo creo! ¡Lo que vi no cabe en tu imaginación, créeme!
-¡Ja ja ja! ¡Te creo, te creo!
Benito nunca me cuenta estas cosas. Supongo
que considera que me puede molestar saber que en las aulas hay chicas un poco
pasadas de vueltas. Un día le pediré que me lo explique con detalle. Es pura
curiosidad, ¡eh! Yo tengo plena confianza en él, aunque en algunas frescas,
nunca mejor dicho, que hay por el mundo, ¡no mucha!
GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM
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