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EL ADIÓS
Procuraré que no me quede un
episodio muy lacrimógeno, pero no sé si lo conseguiré. Esta vez sí que va en
serio. Ya queda muy lejos aquella ocasión en que estuve muy cerca de dejar la
que durante más de veinte años ha sido mi tierra y mi pobre hijo Juan impidió
que nos fuéramos, en el último instante, sacándose de la manga una seudonovia que
acabó resultando un fraude poco tiempo después. No podéis imaginar cuántas
veces me he preguntado cómo habrían sido las cosas si realmente no se hubiera
echado atrás tomado de una locura amorosa de aquellas realmente peligrosas.
Bueno, es una tontería pensar ahora en ello porque no podemos volver al pasado,
Estaréis de acuerdo conmigo, sin embargo, en que seguramente todo habría ido de
una forma muy diferente y que posiblemente mi hijo estaría todavía con nosotros.
Bueno, dejemos de hurgar ya en la herida…
Sí, el adiós ya está consumado y
no tiene vuelta atrás. La etapa de Villajoyosa, como lugar de residencia ha llegado
a su fin. Mataró representa una nueva y muy interesante etapa que afronto con
ilusión y gran esperanza. La vida me ha dado la oportunidad de un nuevo
comienzo al lado de Benito y de nuestro hijo o hija. Aquí, sentada cómodamente
en un gran despacho como nunca había tenido antes, siento y presiento que todo
irá muy bien. La vida, esta vez, no me fallará.
El momento del adiós fue
sobrecogedor. Me imaginaba que sería duro, pero la expectativa se quedó muy
corta ante la realidad de un momento vivido intensamente. Lloré mucho abrazada
a mi hija y viendo que la separación era inminente. No será necesario que os
diga que si este instante fue desgarrador, emocionalmente hablando, contemplar
mis dos queridos nietos y pensar que a partir de ahora los veré con un doloroso
cuentagotas, ya no hace falta ni que lo comente con detalle. Vosotras sois personas
con profundos sentimientos y sabéis perfectamente las sensaciones que se
experimentan en momentos de separación de las personas más queridas. Sí, se te
rompe el alma en mil pedazos y llegas al convencimiento de que te costará vivir
sin su presencia a tu lado. Sin embargo, debemos seguir adelante. La vida no se
detiene. Y como sabéis tengo ante mí retos muy importantes y a la vez muy
emocionantes, eso está claro, que me ayudarán a llevar la pena tan profunda que
ahora mismo siento.
-Hija mía querida, es muy duro, de verdad. Yo os quiero mucho y nunca
hubiera deseado que llegara un momento tan doloroso como éste, pero no puedo
hacer otra cosa. ¡Lo siento mucho, Carla! Siento que a partir de ahora no
puedas contar con tu madre en el día a día. Mi sitio está al lado de mi querido
Benito y tengo que volver a mi tierra de nacimiento y dejar la que ha pasado a
ser mi tierra de sentimiento. La vida tiene estas cosas, hija...
-Mama, no debes pedirme perdón. ¡Sólo faltaría eso! Haces lo que debes y no
tienes que arrepentirte de nada en absoluto. Es seguro que la distancia física
será ahora muy grande, pero nuestros sentimientos de cariño profundo seguirán
vigentes toda la vida. Y te aseguro que nos veremos más a menudo de lo que
crees, ¿de acuerdo? Vendremos a estar con vosotros tan a menudo como podamos,
no tengas ninguna duda. Según me ha dicho Benito en la casa cabe un regimiento.
Y ya sé que tú harás lo mismo siempre que te sea posible.
-Gracias por tus palabras, hija. Nos veremos menos, pero nos veremos, sí. Y
hazme un favor, recuerda cada día a tus hijos que tienen una abuela que aunque
viva lejos está siempre a su lado. Dales cada día un fuerte abrazo y muchos
besos a cada uno de mi parte. Sé que lo harás. No quiero que se olviden de su
abuela, como yo siempre los tengo presentes.
-Lo haré, mamá. ¡Puedes estar tranquila que lo haré!
Ya sé que he empezado diciendo
que intentaría no convertir el episodio en un mar de lágrimas de emoción, pero
no lo he logrado. ¡Está claro! Estoy realmente blanda hoy y no consigo parar la
añoranza que siento. Debéis entenderme y sé que lo hacéis. Son muchos años,
muchos recuerdos, muchos sentimientos, un hijo y un marido perdidos en la cruel
batalla de la vida y ahora una hija querida y unos nietos... Perdonad, seguiré
en otro momento. Quería contaros más cosas de unos instantes en que los
sentimientos estaban a flor de piel, pero la verdad es que ya empieza a
costarme de ver la pantalla, aunque es enorme.
GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM
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