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UNA VISITA ILUSTRE
( 2. NUESTROS JÓVENES )
Me gusta mucho conversar con
personas que tienen algo interesante que decir. Lamentablemente, he tenido
épocas en mi vida que me ha faltado el contacto directo con otros seres como
yo, más allá de la familia más cercana. Con hijos pequeños y sin un trabajo
fuera de casa fui alejándome de este intercambio de palabras, de miradas y
hasta de sentimientos que se establece con las personas que generosamente
comparten minutos de su vida en un acto comunicativo, que si la amistad es
afortunada, se convierte en altamente enriquecedora para ambas partes. La
entrega total a las sacrificadas labores de la casa, con el cuidado de los
hijos y del marido incluidos, fueron haciendo mi mundo relacional cada vez más
pequeño y cuando me di cuenta ya era muy difícil volver atrás. De repente me
sentí muy sola. Las relaciones virtuales a través de las redes sociales
paliaron en cierta medida este déficit en mi vida, pero no totalmente.
He
recordado ahora aquellos momentos de mi vida, de los que guardo un recuerdo agridulce,
con la intención de compararlo con mi vida actual. ¡Han cambiado tantas cosas
desde entonces! Miro atrás y me parece que todo aquel mundo, lejos de mi
Cataluña, a la que añoraba día sí y día también, ha sido un sueño del que
desperté repentinamente e insoportablemente con la muerte de mi hijo Juan. Un
sueño con momentos propios de una pesadilla, claro, pero el destino también me
llevó muchas cosas buenas sin las cuales no se entendería mi personalidad
actual. Soy ahora mismo, pues, el resultado de más de cuarenta años de vida con
luces i sombras.
Perdonad que haya iniciado la
escritura de hoy con esta reflexión nada original, pero he creído que era muy
importante recordar de dónde vengo. Está claro que de nuestra vida desterraríamos,
si pudiéramos, todos los malos momentos, pero no os habéis preguntado nunca
cómo seríamos si no hubiéramos conocido ningún contratiempo, ningún problema y
la vida nos hubiera premiado continuamente con alegrías y satisfacciones.
Sinceramente creo que seríamos humanamente muy inferiores y hasta bastante
insufribles. Sólo hay que ver los niños, y no tan niños, que han tenido de todo
sin nunca un no por respuesta. Necesitamos, todos, que la vida nos vaya
diciendo, de vez en cuando, y sin abusar, claro, un "no" bien rotundo.
Ahora que citaba las criaturas,
precisamente de la juventud actual hablamos con mi querida consuegra en la
sobremesa de una comida muy entrañable, y gastronómicamente interesante, entre
cigalas y gambas a raudales, en la playa de Mataró, mientras nuestros
acompañantes se dedicaban a hablar vehementemente de los temas realmente
importantes de la vida, como la liga de fútbol española.
-No dudo que hay muchas excepciones, querida Consuelo, pero hay que ver
cómo está de mal la juventud de hoy en día.
-¿No crees que estás repitiendo las mismas palabras de siempre, querida
Pilar?
-Sí, se ha dicho siempre, pero ahora es más oportuno que nunca decirlo
porque nuestra jóvenes están absolutamente desbaratados, viciados e incluso
diría que desquiciados por este mundo consumista loco que los ha atrapado. El
abuso continuo desde todos lados que reciben me parece exagerado y hasta
delictivo.
-Es curioso que lo diga una persona que no mostró muchos escrúpulos
consumistas el día de su boda. ¿Sabes que creo, Pilar? Creo que tienes buena
parte de razón, pero también creo que nosotros mismos estamos atrapados por don
dinero y le rendimos homenaje y pleitesía constante y continuamente. Y luego
nos quejamos de que nuestros hijos... ¿Si tenemos las manos atadas por la
propia adicción a los bienes de consumo, como podemos ayudarles a cambiar este
mundo loco del continuo y enfermizo usar y tirar y del derroche de los recursos
naturales que no lleva a ninguna parte?
-Pero no es sólo el consumismo y el poderoso don dinero. Nuestros jóvenes
son maleducados, holgazanes, irrespetuosos y hasta diría que peligrosos en
algunos casos. Mis amigas de Madrid, y también de Benidorm, me cuentan
auténticas barbaridades protagonizadas por hijos contra sus padres. Una chica
que trabaja en los juzgados de Móstoles me asegura que casi cada día reciben
denuncias de algún padre contra su hijo por malos tratos. ¿Nos estamos
volviendo todos locos? Estoy muy preocupada, querida Consuelo. Y tú también
deberías estarlo. ¿En qué mundo va a nacer tu hijo?
-¡Caramba, Pilar! Creo que el marisco no se te ha puesto del todo bien. ¡Estás
de un trágico subido! Ya he dicho que tienes parte de razón, pero insisto en
que la tendencia a criticar la juventud es un clásico que los maduros
practicamos ya casi como un deporte. Dicho esto, tienes razón que mirando a
nuestro alrededor parece que la gente esté enloquecida y algunas actitudes en
la educación de los hijos, por parte de sus padres, pero no sólo de ellos,
están haciendo que las criaturas se estén convirtiendo en reyezuelos que
disponen de las voluntades de sus progenitores y demás familiares a sus anchas
y sin escrúpulos.
-Sí, algunas criaturas están endiosadas. Han tenido, y tienen, de todo y no
dan valor a nada. Se creen que sin esfuerzo se puede conseguir lo que les
plazca porque papá ya sacará dinero del cajero cuando convenga. Y ahora con la
crisis hay más de uno deprimido y hundido porque resulta que la fuente eterna
del cajero se ha secado en su familia. No les entra en la cabeza que los lujos
se han acabado y no levantan cabeza. Nuestra juventud está psicológicamente muy
tocada, Consuelo.
-Seguramente que dices una gran verdad, Pilar. Estoy de acuerdo en que la
bonanza económica que sufrimos hasta hace unos años –sí, "sufrir"
vistas las consecuencias- ha hecho mucho daño a las criaturas ya que les ha dado
una visión distorsionada de la realidad. Ahora, afortunadamente, algunos empiezan
a despertar del sueño de grandeza y descubren que todo era irreal. Es muy duro
para todos, pero para nuestras criaturas, más.
-Y por no hablar de su moral. Dejando de lado su poca fe cristiana, son
personas sin las ideas claras sobre lo que está bien y lo que está mal…
-¡Basta, Pilar! Creo que se me está indigestando el almuerzo. Yo soy madre
y he tenido los problemas que he tenido con mi hijo. ¡Ya lo sabes muy bien!
Esta vida es muy difícil. Nos meten en un vagón sin saber de dónde viene ni a
dónde va y tenemos que sobrevivir como buenamente podemos. Nos caen mamporros
de todos lados, cometemos un error tras otro y, si hemos sobrevivido a todo
ello, cuando ya empezamos a aprender a movernos por su interior, nos echan del tren, a veces a patadas. No me
dirás tú que no es un poco triste y salvaje todo este panorama.
-Este
es un valle de lágrimas, lo sé muy bien. Esta vida es un simple y duro tránsito
hacia una vida mejor, querida Consuelo, aunque ya sé que éste no es tu
respetable punto de vista.
-No lo es, pero también te digo que me encantaría que tuvieras razón. Qué
más quisiera yo que pensar que mi padre, mi Pablo, mi Juan y todos los seres
queridos que nos han dejado, están disfrutando de la plenitud de una vida
celestial, pero... Mejor dejémoslo aquí, si no te importa. Por cierto, ¿cómo
ves la liga de fútbol este año? El Barça no afloja, ¿eh?
-De
este fundamental tema solo voy a decir una cosa: “¡Ala Madrid!”
-Pues yo sólo puedo añadir ¡que visca el Barça! ¡Ja ja ja!
GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM
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