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Y LA VIDA VA PASANDO
(3.CON UN PIE EN EL ABISMO)
Podéis pensar que me he pasado
con el título, pero la verdad es que tumbada sobre una camilla de hospital, con
el corazón encogido por lo que podía pasarle a aquel pequeño ser que ya sentía
como mío, me vi cerca del abismo otra vez. No quería pensar que el sueño de
tener un hijo con mi querido Benito podía hacerse humo dramáticamente el mismo
día que se cumplía una efemérides tan importante para nosotros. ¿Una nueva mala
jugada del destino? Comprenderéis que me sintiera totalmente desesperada y que
viera la profundidad del pozo del desconsuelo nuevamente abierto ante mis pies
y me entrara un terrible vértigo.
Un buen rato después de mi
ingreso en el hospital de Mataró y situada ya en una habitación de planta junto
a un Benito con cara de circunstancias, uno de los médicos que me habían atendido
entró por la puerta con paso apresurado y, tras un breve saludo, nos explicó
como estaba la situación de mi embarazo. Para nosotros era como estar esperando
la sentencia de un juez contundente e inapelable. De sus palabras dependía
nuestro futuro. ¿Qué veredicto tenía previsto emitir en nuestro delicadísimo
caso? Con mi edad y visto lo que estaba pasando, si este embarazo no llegaba a
su término, parecía de locos arriesgarse a una nueva gestación. Benito también
lo sabía y la ilusión que había puesto en este importante episodio de nuestra
relación ahora lo llevaba a sentirse profundamente inquieto, angustiado pero,
sobre todo, muy triste.
-Como los veo muy angustiados por una situación tan lógicamente delicada,
lo primero que quiero decir es que el aborto espontáneo, que no prematuro
porque aún no ha llegado a las 20 semanas de gestación, según me ha dicho usted
misma, ha podido ser controlado y actualmente se puede hablar de una cierta
normalidad. Ahora bien, aquí, como ocurre en los fuegos que no se pueden dar
por extinguidos hasta que no queda ni una sola brasa encendida, de ninguna
manera podemos decir todavía que su problema está solventado. Quiero decir con
esto, que hemos detenido la pérdida inmediata del feto, pero no hemos todavía
logrado de "apagar" las últimas "brasas" y, por tanto, si
no estamos muy atentos a su caso en cualquier momento puede aparecer un viento
inesperado y reavivarse fatalmente un fuego que arrase todo el bosque. ¿No sé
si me han entendido?
-Perfectamente señor doctor. Nos lo ha explicado de una forma magistral y
muy comprensible para personas que no sabemos ni jota de medicina. ¿Y qué tengo
que hacer para que este "vendaval" no llegue?
-Sobre todo un total reposo, que no quiere decir que se me siente en un
sofá y vaya comiendo bombones uno tras otro... ¡No! Una cosa es el reposo y
otra bien distinta la inactividad. Camine, haga algunas cosas de la casa, sí,
pero siempre con gran moderación y sin extralimitarse. Y no olvide de hacer una
buena y relajante siesta diaria. Y, por encima de todo, haga algo que se
practica muy poco, desgraciadamente. Y ya no hablo sólo de las embarazadas.
Escuche su cuerpo. Y al más mínimo síntoma de cansancio o malestar, pare las
máquinas, descanse un rato en el sofá, coma un bombón, ¡pero sólo uno, eh!, y
reanude el trabajo si se encuentra con fuerzas.
-¡Ja ja ja! De acuerdo, sólo uno. Bromas aparte, intentaré mantener una
gran tranquilidad y relajarme junto a la caja de bombones, sin abrirla mucho...
¡Ja ja ja!
Sí, gracias a las palabras de aquel
doctor realmente simpático y competente, tuvimos un respiro de alegría después
de unas horas que apuntaban de nuevo al dramatismo. De acuerdo que todavía
había algunas "brasas" encendidas, pero el solo hecho de pensar que
con esfuerzo aún podíamos salvar aquel gran obstáculo me dio una fuerza
absolutamente imprescindible en aquellos momentos llenos de tensión y malestar.
También Benito estuvo a la altura esperada y, teniendo en cuenta que Paulina
tenía un permiso especial de vacaciones después del mal trago vivido, se
ofreció a quedarse en casa los días que hiciera falta para ayudarme en todo lo
que necesitara.
-Te lo agradezco de todo corazón, Benito, pero creo que no será
necesario. Ya has oído al doctor. Puedo hacer las cosas de la casa, pero con
tranquilidad y comiendo un bombón de vez en cuando para agarrar fuerza... ¡Ja
ja ja!
-¡A ver si tendré que esconder la caja de bombones! ¡Ja ja ja! Lo que tú
digas, pero si notas que te cansas abandona de inmediato lo que tengas entre
manos y si no puedes hacer la comida, déjalo. Yo también sé cocinar algunas
cosas. Ahora bien, canelones no me pidas, si no son del súper... ¡Ja ja ja! Y
si la cama se queda por hacer, que se quede. Lo más importante es que todo
salga bien, querida Consuelo.
-¡Todo irá bien, Benito! Este hombrecillo simpático me ha transmitido un
gran optimismo.
-¡Sí, Consuelo! Tendremos el hijo que esperamos y lo querremos mucho. Y si es
niño le pondremos el nombre del doctor en honor de quien ha hecho posible que
no se vaya a pique nuestro sueño. ¿Cómo se llama?
-No sé si decírtelo...
-¡Vamos mujer!
-Pues se llama Casimiro López Gutierrez... ¿Qué tal? ¿Le ponemos "Casimiro"
o prefieres "Lope" como el famoso Lope de Vega? ¿O quizás te gusta
más Guti? ¡Como el exfutbolista del Madrid de doña Pilar!
-¡Ja ja ja! ¿Sabes qué te digo, Consuelo? ¡Voy a rezar para que sea niña! ¡Ja
ja ja!
-¡Ja ja ja! Sí, una preciosa niñita que se parezca a su maravilloso padre,
como suele ocurrir.
GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM
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