[33]
EL ASALTO
(4. LA LIBERTAD)
Nadie puede hacer mejor el
dibujo de aquellas horas terribles que la persona que las vivió de primera mano
y protagonizó, aunque fuera involuntariamente y forzadamente. Sí, Paulina ya
está en casa y, después de una noche que no ha habido quien pudiera pegar ojo,
ahora está descansando en su habitación. Justamente esta noche, completamente
desvelados por esta tensión a la que acabo de hacer referencia, nos hemos
hartado de hablar, cómodamente sentadas en la salita de estar y con una gran
jarra de tila que nos hemos bebido mano a mano hasta la última gota .
La chica tenía una gran
necesidad de hablar y sacar fuera toda la angustia que todavía estaba presente
en su interior.
-Me han respetado, señora Consuelo, pero me han sometido a una gran
presión psicológica que ha llegado al máximo cuando “Dios” me ha dicho que iba
a morir y que se lo agradeciera a ustedes. En ese momento los policías han
echado la puerta a tierra, han irrumpido con sus armas en la habitación y uno
de ellos, viendo que Dios iba a dispararme en la cabeza mientras yo estaba
atada a una silla y no podía defenderme, le ha disparado en el brazo y ha
evitado que me volara la cabeza. ¡Que miedo he pasado, señora! ¡He creído que
llegaba el final de mis días!
-¡Me has dejado sin palabras, Paulina!
-¡Lo comprendo, señora! Mi vida no ha sido fácil, ya lo sabe, pero esta
situación terrible me ha hecho ver como de cerca estamos a veces de la tragedia
y que hay que aprovechar cada segundo de nuestra vida y vivirla intensamente.
-La mía tampoco ha sido nada fácil y he llegado a la misma conclusión. ¿Y
qué ha sido de los secuestradores? ¿Los han detenido a todos?
-¡No, sólo han detenido a dos de los tres! Al tercero se lo han llevado con
las patas por delante.
-¿Cómo ha sido eso?
-Dios, aunque estuviera herido en un brazo, se ha enfrentado a la policía y
estos no han tenido más remedio que reducirlo a tiros. ¡Ha sido espantoso! Ha
querido morir matando. Creo que lo suyo ha sido más que nada un suicidio porque
era consciente que acabarían con él. Con el brazo que tenía sano ha empezado a
disparar a los agentes como un loco mientras iba repitiendo que se arrodillaran
ante su Dios. Realmente creo que estaba convencido de que era el Todopoderoso
en persona.
-Aquí sí que podríamos aplicar correctamente la famosa frase del filósofo
Nietzsche, según la cual, "Dios
ha muerto" ¡Ja ja ja!
-No sé quién es este tío del nombre raro, pero doy fe de que está fiambre
y, sin ser filósofa, ni tener un nombre rebuscado, aseguro que “!Dios está en
el infierno!”. ¡Qué hombre más malo! Creo que era un psicópata. Ha tenido el
mejor final posible. Ya no podrá hacer más daño a inocentes.
-¡Pues sí! ¡En el infierno encontrará un buen lugar para seguir haciendo
daño eternamente!
Realmente Paulina es una
mujer muy especial. Cualquiera de nosotras que hubiera afrontado una situación
tan dura como la que ha sufrido ella en manos de Dios y de sus secuaces estaría
con la moral por los suelos y deshecha físicamente, pero ella lo lleva con una
fortaleza admirable. Ya lo dije en un episodio anterior, hablando de su dura experiencia
vital. Creo que es una mujer admirable de la que tenemos mucho que aprender.
Después de todo, tener una vida complicada y llena de episodios difíciles
también tiene sus ventajas, sobre todo cuando se debe afrontar nuevas
dificultades. Os lo digo por experiencia, aunque, como podéis imaginar, me
gustaría borrar todos los malos momentos de mi pasado. ¿Y quién no?
GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM
No hay comentarios:
Publicar un comentario