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EL ASALTO
(3.REALIDAD KAFKIANA)
El caprichoso azar nos ha
instalado durante unos días en una realidad realmente muy parecida a una
pesadilla. Las vivencias de hoy se corresponden muy bien con lo que
habitualmente se denomina una realidad kafkiana. Sí, Benito y yo hemos sido
testigos, a través del teléfono, de una situación absurdamente peligrosa que no
parecía tener fin. Ha sido muy duro, la verdad. El momento más complicado y
angustioso de todo este episodio que ya os puedo adelantar que ha sido, en
general, sorprendente, impactante e incluso terrorífico por momentos.
Esta mañana, cerca del mediodía,
nos ha llamado de nuevo el jefe de la banda de secuestradores. Justamente nos
estaba dando las directrices a seguir en el intercambio del dinero por la chica
cuando hemos podido oír claramente como en el lugar donde se encontraba el
forajido ha ocurrido algo inesperado que lo ha puesto muy nervioso y más
violento de lo habitual. En ese momento ha pronunciado una frase que nos ha
dejado perplejos, descolocados y sobre todo aterrados. Benito ha intentado
calmarlo diciéndole la verdad, pero no ha servido para nada.
-¡Sucios traidores! Les dije que no contaran nada de esto a la pasma. Me han
desobedecido y la chica morirá.
-No, no, no se lo contamos a la Policía. Ellos lo averiguaron por su
cuenta. Nosotros hemos mantenido el trato. No mate a la chica, por favor. Es
una pobre mujer que ha sufrido mucho en esta vida. Tenga corazón y déjela
vivir, ¡se lo suplico!
Pocos segundos después de
pronunciar estas palabras desesperadas, que el maleante no ha respondido, se ha
empezado a oír gritos, disparos y todo tipo de fuertes ruidos completamente
imposibles de identificar, pero que nos han conmocionado hasta el paroxismo.
Como podéis imaginar, nos hemos temido lo peor. Era tal nuestra impotencia y
desesperación que yo he estado a punto de desmayarme prisionera de un
sufrimiento extremo. Benito, por su parte, de pie, con el móvil en la mano y
muy nervioso, ha empezado a deambular sin rumbo por la habitación y gritando
algunas palabras malsonantes, dirigidas a los autores de aquel despropósito,
para sacarse una tensión que lo estaba superando por momentos. Finalmente, se
ha cortado la comunicación poco después de oír claramente la palabra
"policía", seguramente pronunciada por algún agente de los que han
asaltado el nido de los malhechores.
¿Qué os parece? No me diréis que
no había motivos sobrados y suficientes para exasperarse y mucho más. El enorme
temblor que se había apoderado de mi cuerpo me causaba un gran malestar y la
angustia me oprimía el pecho hasta cerca del ahogo. La terrible pregunta que rondaba
por nuestros ánimos afligidos era si aquel hombre sin escrúpulos había cumplido
su trágica amenaza y había acabado con la vida de nuestra criada. Este
pensamiento me consternó. Era completamente injusto que una buena mujer como
Paulina se hubiera visto abocada a vivir un infierno como el que desgraciadamente
el destino le había preparado en manos de un grupo de bandidos peligrosos.
Una larguísima y eterna hora más
tarde del final de la comunicación con los criminales ha vuelto a sonar el
teléfono. Esta vez la voz que he oído a través del aparato volvía a tener
acento sudamericano, pero no con el tono agresivo y desafiante a que nos tenía
acostumbrados el desalmado facineroso que se autodenominaba "Dios",
sino que mostraba una emoción desbordada y era de una mujer que no he tardado
en reconocer. Sí, se trataba de nuestra Paulina. Todo lo que pueda decir ahora
mismo sobre la emoción vivida en aquel instante único se quedará corta. Lo
resumiré diciendo que he sentido una de las alegrías más profundas de mi vida.
-Estoy
bien señora. La policía me ha liberado. He visto la muerte muy cerca, señora
Consuelo. He sufrido y he pasado mucho miedo, pero mis plegarias se han
escuchado y estoy libre. ¡Ya pasó todo!
-¡Qué alegría más grande amiga! Hemos sufrido mucho por ti, querida
Paulina. Pero ahora ya estamos tranquilos. Todo ha acabado felizmente, pero
cuando hemos oído los disparos hemos temido lo peor.
-Pues sí señora. Me han dicho los señores agentes que no cuente nada, pero
sólo diré que hacía bien en temer lo peor porque estoy viva de milagro. Si la
policía tarda un segundo más en atacarlos usted y yo no estaríamos hablando
ahora mismo. ¡Me han salvado la vida!
Justamente uno de estos agentes
ha interrumpido nuestra conversación, quizás temiendo que la mujer contara más
de lo que convenía en ese momento, y nos ha comunicado cómo estaban las cosas y
los pasos a seguir en los próximos tiempos.
-Simplemente les queríamos comunicar que la señora Paulina ha sido liberada
con éxito en el marco de una operación de la unidad especial contra el crimen
organizado, de nuestra policía, que ha desarticulado la peligrosa banda que los
atacó. La secuestrada no ha sufrido ningún tipo de daño durante la operación.
Tras su necesaria declaración se la someterá a una revisión médica exhaustiva
para comprobar su estado físico. En el caso de que no tenga ningún tipo de
secuela grave que aconseje su ingreso en un centro hospitalario, una patrulla
de nuestra policía la trasladará hasta su domicilio y podrá retomar su actividad
normal. Desde la Policía Catalana queremos agradecerles su colaboración y les recordamos
que próximamente recibirán una citación con el fin de declarar sobre los actos
criminales de los que han sido víctimas estos días. Les reitero las gracias y
les recuerdo que permanecemos a su disposición.
-Muchísimas gracias por todo, señor policía, en mi nombre y en el de mi
pareja, la señora Consuelo. ¡Con su brillante actuación nos han quitado un
inmenso peso de encima! ¡Gracias de todo corazón!
Sí, era de justicia agradecerles
profundamente el gran trabajo realizado y que ha permitido acabar felizmente con
una situación que ha tenido momentos delirantes en los que parecía que podíamos
estar ante una enorme tragedia. Es justo que dedique las últimas frases de este
episodio a agradecer a los buenos profesionales de la policía que estén siempre
velando por nuestra seguridad exponiendo, no lo olvidemos nunca, su propia vida
para defender la nuestra. Un trabajo nunca bien valorado y no agradecido
suficientemente. Gracias especialmente a toda la Unidad que ha hecho posible
que Paulina vuelva a ser libre y que nuestro dinero no sirva para financiar
nuevos actos criminales de una banda de malhechores que con un poco de suerte
se pasarán una temporada, espero que larga, a la sombra.
GIUSEPMARIA@HOTMAIL.COM
[INCLUYE UNA EXTENSA MUESTRA DE LA NOVELA "EL AMOR DE UNA VIDA" JMPP]
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