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YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

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jueves, 19 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 50. LA CONDICIÓN HUMANA (6. EN BUSCA DE UN FINAL FELIZ) (© JMPP 2013)




[50]
LA CONDICIÓN HUMANA
(6. EN BUSCA DE UN FINAL FELIZ)

     Debo de reconocer que a la hora de iniciar el último episodio de esta narración de hechos vitales muy sentidos me hallo en medio de un cruce de sentimientos diversos. Por un lado, siento una gran alegría por la coronación de un trabajo que no me ha resultado sencillo, aunque simplemente he intentado ser fiel a unas vivencias con signo muy diverso a lo largo de la narración. No haré un resumen de las diversas situaciones de todo signo que cuenta. Por otro lado, también siento una tristeza inevitable ya que no me pasa por alto que el final del libro anterior fue repentino e inesperado, a trece episodios del final previsto, por la desgracia que todas conocéis. Después Benito os dio a conocer, en un breve escrito, el porqué de mi silencio lleno de lágrimas. Junto a este sentimiento agridulce también siento mucha satisfacción porque creo que me ha quedado un relato apañadito. ¿No lo creéis así? ¡Ja ja ja! ¡Perdonad la inmodestia!
     Bueno, vamos a por lo que toca en el último episodio del cuarto libro y que es, básicamente, desvelar si tenemos un final feliz de los problemas que se produjeron entre mi madre y Manuel. Ya sabéis de lo que hablo, ¿no? La famosa escena de Manuel desabrochándole el cierre del sujetador a una mujer diferente a la suya. Recordaréis que intervine de mediadora en la pareja a requerimiento de una de las partes. Sí, Manuel estaba desesperado por no poder exponer sus razones a mi madre. En este momento clave de la narración, la pregunta que debemos responder es si la señora Mercedes accedió a hablar con él o no. Ah, y otra cuestión, más importante todavía, que se deriva de la anterior. Suponiendo que finalmente accediera a escuchar sus argumentos, ¿cuál ha sido la contestación de mi madre? Las respuestas a estas importantes cuestiones al volver de la publicidad. ¡Ja ja ja! ¡Perdonad! No he podido evitar la pésima broma. Y es que hoy estoy contenta. ¿No sé si se nota?
     Va, dejémonos de tonterías y vayamos al grano, nunca mejor dicho, porque el sábado por la mañana, con el bote de granos de arroz en la mano para ayudar a Paulina a preparar una de sus majestuosas paellas, oí que justo delante de la ventana de la cocina, que da a la carretera de la urbanización, frenaba aparatosamente un vehículo muy ruidoso e, inmediatamente después, el revelador ruido de sus puertas cerrándose me dio a entender que habían bajado dos personas. La altura me impidió ver de quién se trataba, aunque lo intenté. Pensé si era alguien que venía a visitarnos porque nunca nadie se detiene frente a la casa, sino es el jardinero. Pero éste no podía ser porque el sábado por la mañana no tiene costumbre de venir.
     Efectivamente se trataba de una visita inesperada. Y para las que lo habéis imaginado, debo confirmar que se trataba de mi madre y... Efectivamente, vino a visitarnos la pareja de la discordia. Pero, ¿venían con las paces hechas, a medio hacer o crudas?  ¡Ja ja ja! Esta pregunta no os la esperabais, ¿eh?

-¡Hola hija mía!
-¡Mama! ¡Qué maravillosa sorpresa! ¡Y vienes con Manuel! ¿Cómo debo entender vuestra presencia conjunta en mi modesto hogar?
-¡Entiéndelo como quieras! ¡Ja ja ja!
-Yo soy una mujer positiva y, por lo tanto, voy a pensar que ha habido reconciliación y queréis comunicárnosla llenos de ilusión y de alegría. ¿Me equivoco?
-Tú no sueles equivocarte nunca cuando aplicas la intuición, y ahora tampoco. Efectivamente, las cosas entre Manuel y yo han vuelto por donde solían antes del triste episodio y los dos somos muy felices de que sea así.

     Sí, mi madre estaba casi en un estado de euforia, pero para felicidad desbordada la que se podía leer en la cara de su acompañante. Tardó en abrir la boca, pero cuando lo hizo lo primero que quiso hacer fue agradecerme efusivamente mi intervención ante mi madre y me reveló cómo había sido que mamá terminara creyendo su versión de los hechos, aunque no le resultó sencillo.

-Tu madre es dura de pelar, pero afortunadamente pude demostrarle que yo decía la verdad con dos pruebas, básicamente. La primera fueron unos sujetadores iguales que los que se estaba probando la clienta el día de los controvertidos hechos. Le demostré cómo en algunas unidades defectuosas, como la que por error le suministré a mi clienta, se trababa el cierre y resultaba muy complicado de abrir. Ya me he quejado al fabricante, por cierto. ¡Sus malditos sujetadores estuvieron a punto de salirme carísimos! Tu madre pudo comprobar personalmente la dificultad de la acción de abrirlos. Pero, a parte de esta prueba, pude aportar una muy importante y fundamental.
-¡Caramba, Manuel! Parece que estemos en un juicio del Perry Mason. ¡Ja ja ja!
-Es que todo esto ha significado un trasiego muy grande para mí que no me ha dejado dormir ni de noche ni de día hasta que hemos podido arreglar las cosas. Lo he pasado muy mal y me consta que Mercedes también.
-No tengo ninguna duda y estoy muy feliz de veros aquí conmigo y a partir un piñón, como si nada hubiera ocurrido.
-De hecho ha acabado siendo positivo, Consuelo. Nos queremos más que nunca. Tu madre tiene un gran corazón.
-Me ibas a hablar de la segunda prueba concluyente, Perry...
-Sí, ¡claro! Ha sido fruto de la suerte, sin duda, y ha hecho ver a Mercedes que todo lo que yo decía era la pura verdad. Es, por así decirlo, una prueba tecnológica ya que se trata de la grabación de la conversación y de las imágenes de los momentos previos a la llegada de tu madre a la trastienda.
-¡Caramba! ¿Y cómo has obtenido una grabación como ésta?
-¡Pues milagrosamente! Resulta que la dependienta estaba manteniendo un video-chat con una amiga andaluza cuando llegué a su tienda para mostrarle las prendas. Le dijo a su amiga que esperara un rato y esta se dedicó a mirar la escena a través de la webcam del ordenador y, lo que es más importante, a grabarlo, supongo que para bromear después. ¡Una decisión genial!
-Sí, hija, en la imagen se ve claramente cómo la chica está un buen rato intentando desabrocharse los sujetadores sin éxito. Se queja en voz bastante alta propósito de lo poco que le gusta ese tipo de cierre y que las clientas quieren cosas prácticas y sencillas. Entonces llama a Manuel y éste entra en escena y comienza a intentarlo sin demasiado éxito mientras le explica que no es normal y que claramente tiene un defecto de fábrica y que ya hablará con el fabricante.
-Exactamente eso es lo que pasó, Consuelo. Lo ha explicado muy bien Mercedes. Qué suerte que la chica andaluza se dedicara a grabarlo y lo conservara. Puede haber salvado nuestra relación con su gesto, sin saberlo.
-Pues casi seguro, Manuel, porque yo no me creía de ninguna manera tus explicaciones. Perdona, pero pensaba que tenías mucha cara y que ibas desabrochando sujetadores, y otras cosas, a todas tus clientas. ¡No queráis saber qué barbaridades me he imaginado!
-¡Déjalo, cariño! Es agua pasada y, afortunadamente, todo ha vuelto a su lugar y hasta ha ido un poco más lejos... ¡Ja ja ja! ¡Qué contento que estoy!

     Ese "todo ha vuelto a su lugar y hasta ha ido un poco más lejos" de Manuel, seguido de una sonrisa pronunciadamente socarrona, me sorprendió un poco y me hizo pensar que podíamos tener alguna novedad inesperada. ¿Qué mejor que invitarlos a comer para averiguarlo? ¡Un poco más de arroz en la paella y listos! Y, efectivamente, después del almuerzo, acompañados de un dulce postre, recibimos una noticia que no desentonó nada con el alimento que estábamos engullendo alegremente.

-Manuel y yo os queremos dar una noticia que nos llena de alegría, queridos Consuelo y Benito.
-¿Más novedades, mamá?
-Sí, y no poco importantes.
-Ay que me lo veo venir...
-¿Ah sí? ¿Y qué es?
-Pues que os habéis comprado otro 124 del año de la pera para sustituir el que se quemó aquí delante precisamente...
-¡Ja ja ja! ¡Que graciosa es tu hija, Mercedes!
-¡No hija mía, no! Visto el resultado, esto más que una buena noticia sería una pesadilla.
-¡Ja ja ja! Di di, mamá. ¿Cuál es esa noticia tan importante?
-¡Pues que Manuel y yo nos casamos!
-¡Oh, mamá! ¡Qué feliz que me has hecho! Pensaba que hoy ya había alcanzado el máximo de felicidad diario, pero esto ya es el colmo
-Yo también estoy muy, muy feliz. Manuel se presentó con un anillo de compromiso, precioso como puedes comprobar...
-¡Oh! ¡Es maravilloso!
-Y no me pude resistir.
-¡Fantástico, madre! Y el casamiento, ¿para cuándo y dónde? Que no se os ocurra hacerlo en la Almudena, eh! ¡Yo no voy!
-¡Ja ja ja! ¡No hija, no! Más cerca y más nuestro. Nos casaremos, ni más ni menos que en Santa María del Mar de Barcelona, de aquí medio año. ¿Qué tal?
-¡Oh, madre! ¡Qué lugar más adecuado y más extraordinario! ¡Qué satisfacción más total!

     ¿Qué os parece este final para un libro que pretendía ser, sobre todo, optimista y mirar hacia la inmensidad de nuestras modestas vidas? ¡No os quejaréis, eh! ¡Un final feliz y de categoría! ¡Y con el anuncio de una gran y entrañable boda en un marco incomparable, como inmejorable colofón! ¡No podíamos terminar de forma más excelsa! ¡O al menos no se me ocurre algo mejor!

FIN
DE
CONSUELO [4]

¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LA LECTURA!

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