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YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

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lunes, 2 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 42. PAELLA Y ALEGRÍA (© JMPP 2013)





[42]
PAELLA Y ALEGRÍA

     Quiero empezar este episodio, a nueve del final del libro cuarto, pidiéndoos disculpas porque he acabado traicionando el principal objetivo que perseguía con este cuarto libro y que manifesté al inicio de mi relato. Hablaba entonces de una mirada a la inmensidad y de dejar las duras penas atrás y mirar hacia el futuro con ilusión, a pesar de todo el largo historial de calamidades acumuladas. ¿Y a donde hemos ido a parar de nuevo? ¡Pues donde nos ha llevado la vida, desgraciadamente! Podía haberos ahorrado la narración de la muerte de mi consuegro e inventarme una visita maravillosa a la Sagrada Familia, pero, ¿qué estaría haciendo en realidad? Engañaros como se hace con las criaturas por temor a que encarar la crudeza de la vida les cause un trauma. ¡Craso error, según mi modesta opinión! La vida es como es y viene como viene y debemos ser conscientes desde pequeños de ello, sino el impacto es muy duro cuando descubres que nuestra existencia y los cuentos de hadas hablan de realidades contrapuestas.
     Con la voluntad de ser fiel, aunque sea levemente, a la filosofía que informa este libro cuarto, intentaré en este episodio, y en los ocho que quedarán cuando finalice el presente, de mostraros aspectos alegres de mi vida y dejar de lado la tristeza, el dolor, la desesperación, la impotencia que causa la muerte, como acabo de comprobar una vez más. He dicho que lo intentaré. ¿De acuerdo? ¡No puedo prometeros nada!
     En cuanto al doloroso tema de la muerte de Don Eusebio sólo os diré que ya descansa en paz en el cementerio de Benidorm. Ha sido un hecho muy desgraciado y ahora ya sólo nos queda desear que descanse en paz. Lo siento enormemente por doña Pilar. No se lo merecía, pero, ¿nos merecemos nadie gran parte de lo que nos pasa? ¡Simplemente pasa, y punto! Nuestra azarosa existencia no entiende de merecimientos. Como diría la juventud: ¡va a su bola!
     Por cierto, lo único positivo del triste desenlace de la vida de don Eusebio es que nos ha forzado a visitar la que fue durante muchos años mi tierra de adopción para asistir a su multitudinario funeral y posterior sepelio. Un hecho que significó que pudiera pasar una horas con mi hija, mi yerno y mis adorables nietecitos. Sobra que os diga que este hecho me llenó de satisfacción, aunque con un  regusto amargo en el que no pienso abundar. ¡Pepe y Eva están preciosos y con esto me quedo!
     ¿Cómo estáis de idiomas? ¿Os gusta leer en inglés? ¿Y en francés? No, no me he vuelto loca, ¡o al menos eso creo! Me he permitido de haceros estas enigmáticas preguntas porque acabo de recibir una noticia extraordinaria de mi editor. Sí, hablo del buen hombre que empezó arriesgando su dinero para editar mis bonitos cuentos cortos  (¡que he de decir yo!) y que después se interesó por estas reflexiones / narraciones / relatos de mi existencia -¡sin añadir adjetivos, mejor! La novedad de la que os hago partícipes de inmediato, entre otras cosas porque es gracias a vosotros, es que mi editor ha sondeado unos amigos de profesión de Francia e Inglaterra y ha conseguido que hagan unas ediciones con una tirada corta, eso es cierto, con las traducciones correspondientes a las dos lenguas. ¿Qué me decís? ¿Podía recibir mejor noticia ahora mismo? Ya respondo yo: ¡no, de ninguna manera!
     Quizás habréis notado que en la narración que me hacéis la gran merced de leer hay mucha ilusión por hacerlo bien, otra cosa es que lo consiga. Sobra decir que noticias como ésta tienen la virtud de inflar un poco más mi autoestima como narradora y hacer que el interés y las ganas de hacerlo bien aumenten de forma exponencial. ¡Me siento muy afortunada!
     ¿Más cosas positivas de la jornada? Si, ¡hay más! Ha vuelto la querida y casi diría que amiga, Paulina, aunque pueda parecer un contrasentido dada su condición de criada de la familia. No será necesario que os haga memoria de lo que vivimos en esas horas tensas, y hasta llenas de desesperación, de su secuestro. Ha venido muy feliz y relajada. Ya os dije que es una mujer como hay pocas. La suya es una moral a prueba de bomba y parece que es capaz de pasar página con facilidad a episodios duros, como tantos que ha vivido.

-¡Los he echado mucho de menos, señora!
-¡Nosotros también te hemos echado mucho de menos amiga!
-¡Gracias por lo de amiga, señora! En verdad se agradece su cariño después de unas jornadas muy duras vividas con esa banda de indeseables y su jefe, que se creïa Dios. ¡Qué mal hombre! ¡Que el Dios verdadero lo tenga a buen recaudo en el infierno!
-¿No te lo sacas de la cabeza, no?
-Creame que lo intento con todas mis fuerzas, señora. Pero no es nada fàcil. A veces me despierto a media noche, sudada como si hubiera corrido por horas, y me quedo temblando. En las pesadillas veo la cara de ese malnacido y me dice que me va a matar.
-Y tu hermana, ¿cómo está?
-¡Pues está muy bien señora! Le acaba de nacer Luís Ignacio, su cuarto hijo. Está muy feliz, pero muy adolorida. ¡Ya sabe usted de lo que platico!
-Sí, sí, ya he tenido dos, de hijos, y ahora voy a por el tercero.
-¿Qué bien, no? ¡Qué gran felicidad va a llegar a esta casa! ¿Y Usted cómo está? Me supo mal dejarla, pero necesitaba alejarme un poco de aquí y ustedes fueron tan amables de darme unos días de descanso. Espero que hayan tenido uno días relajados.
-¡Pues no lo han sido mucho! Han sido de todo, menos relajados. Ya hablaremos más adelante. Hoy debe ser un día feliz, como siempre que se reencuentran viejas amigas. Bueno, nosotras más bien somos jóvenes amigas, por el tiempo que hace que nos conocemos, más que por la edad, al menos en mi caso. Va que te ayudaré a tender la ropa y me cuentas cosas del Delta del Ebro...
-Pues, ¿qué le voy a decir? La verdad es que es muy lindo todo. Y mi hermana y su marido trabajan en la recolección del arroz. Es un trabajo duro, pero más honrado que el que realizaban en Colombia, ¿sabe usted?
¿Qué hacían en Colombia?
-Pues cultivaban hojas de coca. ¡De algo se tiene que vivir allí antes que morirnse de hambre! Sabemos que no está bien, pero hay que sobrevivir…
-Sí, sí, definitivamente están mejor cosechando arroz para nuestras buenas paellas. ¡Ja ja ja!
-¡Pues sí señora! Tiene usted toda la razón, pero la vida en mi país es muy dura... ¡Pero vamos a alejar las tristezas!
-¡Eso, eso! Llevo intentándolo desde hace rato sin demasiado éxito.
-¿Qué le parece si preparo una paella de marisco como la que aprendí a hacer recién en casa de mi hermana?
-¡Oh oh oh! ¡Ahora sí que vamos a desterrar bien las tristezas de la casa! ¡Maravillosa idea, amiga! Ya te puedes poner manos a la obra. Terminaré de tender la ropa yo solita. Tu misión es muy importante y no se debe perder tiempo. Benito alucinará cuando llegue. ¡Gracias amiga!
-¡De nada, señora! Ya sabe que estoy para lo que mande. Es un placer para mí servirlos y satisfacerlos.
-¡Eres una chica magnífica, Paulina! Realmente me has alegrado el día con tu idea. ¡Gracias!


     ¿Sabéis una cosa? Aquella magnífica paella que hizo Paulina no sólo nos acabó de alegrar un día que, a pesar de todo lo vivido recientemente había sido positivo, sino que logró algo aún mejor: nos recordó que los pequeños placeres de la vida son los que a menudo hacen que valga la pena vivir!

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