TRANSLATE

YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

YA ESTÁ AQUÍ LA ESPERADA CUARTA ENTREGA DE "CONSUELO". GRACIAS POR SEGUIRLA!

lunes, 16 de diciembre de 2013

CONSUELO [4] 48. LA CONDICIÓN HUMANA (4. HABLANDO Y RAZONANDO, LA GENTE SE ENTIENDE) (© JMPP 2013)



[48]
LA CONDICIÓN HUMANA
(4. HABLANDO Y RAZONANDO, LA GENTE SE ENTIENDE)

     Sí, hablando, y sobre todo razonando, la gente se entiende. He añadido este "razonando" a la famosa expresión porque me parece fundamental. No sé si os ha ocurrido nunca de estar hablando horas y horas con una persona sobre un tema preocupante que afecta a las dos partes y descubrir, al final de la conversación, que no ha servido para nada. Sí, se ha hablado un montón, pero ¿se ha razonado o simplemente se han mantenido las posiciones invariables? Bueno, generalmente intento valorar los argumentos del otro, pero también reconozco que a veces están tan alejados de los propios que renuncio finalmente a modificar los propios ante la muralla que encuentro delante.
     Bueno, toda esta introducción quizá algo sobrante (¡Si saco todo lo que está de más en el libro quizá sólo quedará la portada!) pretendía dar pie a la narración del intento de resolución de un problema que os presenté hace poco que tenía a mi amigo Marcelo como principal y, triste, protagonista. Recordaréis que usé palabras pomposas, y quizás tal vez un poco exageradas, aunque con una base cierta, para definir la situación que había vivido como de discriminación por razón de sexo. Pues bien, las cosas, como os avanzaba, se han intentado encauzar este mismo fin de semana con esfuerzo por las dos partes.
     El sábado por la mañana recibí una llamada de un hombre que había caído en pocas horas desde el lugar de privilegio donde tengo las buenas amistades de XOXXIAL, hasta el cajón de las menos tratadas, dado el caso que ya conocéis. Sus palabras reconciliadoras realmente me supusieron una alegría porque me sabía muy mal el callejón sin salida en el que había entrado nuestra amistad, pero si no se quería "rebajar" a verme por miedo a que su mujer se inquietara yo no podía hacer nada. Me entendéis, ¿no?

-¡Hola, Consuelo! Este mal momento que pasa la que, no hace mucho tiempo, era una buena amistad me está enfermando. Yo no quería que las cosas se torcieran así pero me vi obligado a tomar una determinación nada fácil...
-Bueno, tú elegiste dejarme de lado para no incomodar a tu mujer. Lo cual se entiende perfectamente porque lo último que querría es causar ningún problema en tu matrimonio. Precisamente por eso, porque yo no busco nada más allá de una buena amistad, me ha molestado profundamente que me tomarais por una fresca que va detrás de un hombre casado. Yo tengo mi pareja y estoy muy contenta y profundamente enamorada. No te ofendas, pero tú no eres el tipo de hombre que vería bien como pareja, aunque no tuviera. Se puede ser un magnífico amigo, pero no encajar como hombre con el que una se acostaría. ¿De acuerdo?
-Te entiendo perfectamente y valoro mucho tu franqueza. Yo sólo quería decirte que había pensado hacerte un desagravio proponiéndote un encuentro de los dos matrimonios en algún local de Barcelona. Los cuatro ante un mantel y alguna delicia culinaria podemos conseguir limar las tensiones creadas en nuestra amistad y ensancharla a nuestras parejas. Mi mujer es una persona excepcional. Creo que os podríais hacer buenas amigas.
-Tu propuesta me parece un paso adelante muy interesante, Marcelo. Realmente valoro tu intento de llevar las cosas de vuelta a donde estaban y de donde no tenían que haberse movido nunca. No sé, sin embargo si es una solución buena porque cuando una persona es celosa puede ver cosas extrañas en cualquier momento y situación. Tu mujer puede pensar que estamos tan desesperados por vernos que incluso estamos dispuestos a montar un encuentro de matrimonios para hacerlo posible.
-Sí, tienes razón. Existe ese riesgo, pero es la única manera de vencer este inconveniente que injustamente te imposibilita de conocerme, de conocernos. Debo decirte que ya le he dejado caer la idea y mi mujer se ha mostrado abierta al encuentro. Seguramente que quiere inspeccionar el terreno, no te lo puedo negar. Esto te puede incomodar un poco, pero tienes que entender que me quiere mucho y no me quiere perder. El sentimiento de los celos es incontrolable y hay quien lo tiene más desarrollado y quién menos. Ella es de las que se le desborda fácilmente, como ya sabes.
-Bueno, aunque sea por el gran esfuerzo que has puesto para hacer posible que nos conozcamos personalmente, no me puedo negar. Si tu mujer me quiere mirar con lupa, que me mire. Yo, por mi parte no tengo ningún inconveniente en participar en el encuentro, pero yo no llevaré lupa, como tampoco lo hará mi querido Benito.


     Y, finalmente, el encuentro se realizó. ¿Qué opináis? ¿Creéis que fue bien la cosa? ¿Hubo escena de celos? ¿Surgieron tensiones y problemas diversos? ¿Hubo interrogatorios? Será mejor que sigáis leyendo y veréis cómo empezó y, sobre todo y más importante, cómo terminó el encuentro.
     La cita entre las parejas se inició ante la puerta de un restaurante del centro de Barcelona. Lo primero que me quedó claro es que si Marcelo se caía por los suelos no sería porque no lo tuviera bien sujeto su mujer. ¡O se caían los dos, o no se caían! Pensaba que no lo soltaría ni para saludarnos y darnos el abrazo de rigor y unos besos. Extrañamente lo dejó durante unos segundos mientras hacíamos el, aun así, entrañable saludo. Me alegró mucho verlo en persona y hasta estoy por decir que las caras de desconfianza de su mujer mientras él y yo cruzábamos palabras amables me pasaron por alto dada la emoción de encontrarme al amigo cara a cara después de los problemas surgidos. Bueno, me pasó sólo un poco por alto, como se puede comprobar de mis palabras.
     Aunque parezca increíble, teniendo en cuenta los antecedentes, Marcelo pudo comer sin ayuda de su mujer que, por cierto, se mantuvo toda la comida a un escaso palmo de su marido, aunque la mesa era para seis, como mínimo. Más de una vez recibió un supuestamente accidental -¡y merecido!- codazo de su marido en la dura tarea que mi amigo tenía por delante a la hora de cortar el entrecot que tenía en el plato.
     La parejita, en una conversación iniciada por Raquel, hizo una demostración de amor mutuo exagerado que Benito y yo no empezamos a aplaudir fervientemente por respeto a los demás comensales del local.

-¡Marcelo y yo somos una pareja muy feliz! Yo lo quiero con locura y él a mí me idolatra. ¿No mi amor?
-¡Claro, querida! Yo no sería nadie sin ti. ¡Soy un hombre tan afortunado de tenerte!
-¡Y yo también, azucarillos mío! Soy la mujer con más suerte del mundo y no quiero perderte nunca. Como dijimos el día de nuestra boda, "hasta que la muerte nos separe" ¿A que sí, mi amor?
-¡Claro, palomita mía!

     Tenía la impresión de haberme caído, por accidente, dentro de la trama de una novela rosa barata. ¡Qué exageración Dios mío! Y lo más gracioso y lamentable era ver las caras que ponía la mujer, dirigidas a mí, mientras iba afirmando su amor absoluto e insobornable por su marido. Unas miradas que, convertidas en palabras, podríamos resumir en algo parecido a: "¿Te has fijado bien en cómo nos queremos?". "¡Que no se te ocurra pasarte ni un pelo o defenderé mi amor por Marcelo con uñas y dientes!" No me diréis que no tenía gracia la situación, por decirlo con buen humor.

     Hablando de comidas, está a punto de llegar a casa el hombre más maravilloso del mundo. El hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida. Sí, el bombón más dulce de la bandeja. Y de bombones últimamente entiendo, ¿eh? ¡Ja ja ja! Creo que voy a lavarme los dientes urgentemente. ¡Tanta dulzura no puede ser buena! El próximo día os acabo de contar el encuentro. Queda aún alguna anécdota más antes que os desvele cómo terminó la cita a cuatro. ¡No os lo perdáis! Es el penúltimo episodio del libro. Parece que fue ayer que empecé llena de ilusión a escribir las primeras frases del libro cuarto. ¡Y mira si han pasado cosas mientras! Si lo leyera en una novela pensaría que es todo inventado. ¡O casi todo!¡De verdad os lo digo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario