LA HABITACIÓN DE LA HIJA
(AÑADIDO: BACHE SENTIMENTAL EN
LA MADRUGADA)
Quedan cinco meses,
aproximadamente, para el nacimiento de la pequeña Ariadna. Hay tiempo de sobra
para tenerlo todo a punto, pero ahora que sabemos ya el sexo de la criatura no
quiero perder tiempo y ponerme manos a la obra. Queremos que no le falte de
nada cuando llegue. Sabiendo como de meticuloso es su padre y, sobre todo,
conociendo a su madre, os aseguro que estará preparado hasta el último detalle.
¡Es tanta la ilusión que tenemos! Hoy mismo he ido a ver muebles para la
habitación que queremos prepararle. Es pequeña comparada con las otras, pero
está muy cerca de la nuestra. La idea es que en la primera época tengamos la
cuna con nosotros por si me tengo que levantar a darle el pecho durante la
noche. Al menos mi intención es que tome de mi leche, como hicieron Carla y Juan.
No tengo ninguna duda de que es lo mejor para ella. Es un sacrificio grande
para la madre, sobre todo en los primeros tiempos porque los pechos pueden
herirse y hacer mucho daño como me pasó sobre todo con Carla, pero yo quiero lo
mejor para mi futura hija. El sacrificio de una madre siempre vale la pena, a
pesar de que haya momentos en que te sientes incomprendida por los mismos
hijos. Y lo dice una mujer que ha renunciado a muchas cosas durante años por ellos
y por su marido. Si habéis tenido la paciencia de leer mis escritos lo sabéis
de sobras.
Para la misión de ir de tienda
de muebles en tienda de muebles he contado con la inestimable ayuda de mi
madre. Quizás os pensaréis que por el hecho de ir con ella habré tenido algún
problema, dada nuestra diferencia de edad y, por consiguiente, de gustos. Pues
bien, tal vez sí, pero contrariamente a lo que podría parecer, ella apostaba
por muebles modernos y hasta un poco extremados y yo me decantaba por un
mobiliario más clásico. También ha sido una oportunidad de oro para charlar
tranquilamente sobre nuestras vidas en este momento tan importante para las
dos. Ella con su Manuelito, que la trata como una reina, según me ha insistido
hoy, y yo con mi Benito, que no se queda tampoco corto conmigo, y la esperanza
de un mañana muy feliz, a la vez que sacrificado, de la manita de la hija que
llevo en las entrañas.
Después de encargar unos muebles
ni demasiado clásicos ni demasiado modernos, pero con un toque infantil
clarísimo, como corresponde al caso, acabamos el encuentro yendo a comer
juntitas al Puerto de Mataró. Un momento muy entrañable que hemos paladeado
intensamente las dos, y no hablo sólo del magnífico rape a la plancha, que
también.
-Me ha hecho una ilusión especial que sea una niña, querida. Bueno, si
hubiera sido un niño, tan contenta, eh! Ya sabes lo que se dice en estas
ocasiones y que no repetiré…
-¡Sí, no hace falta, abuela!
-¡Ja ja ja! ¿Quién me iba a decir que volvería a ser yaya? Incluso me hace
rejuvenecer un poco, si quieres que te diga la verdad. Ahora que ya había
pasado a la condición de bisabuela con Pepe y Eva, volver a ser la abuela de
una hija tuya me transporta a las épocas gloriosas en que esperabas a Carla y al
pobre Juanito.
-Sí, fueron unas épocas inolvidables. Ahora estoy recuperando sensaciones
perdidas que pensaba que formaban ya parte de mi historia y que no volverían.
Es mágico sentir que dentro de ti se está formando una vida, al tiempo que te
crea una gran responsabilidad. Las mujeres somos muy afortunadas en esto,
aunque también sabemos que no es gratis. A partir del momento que salen al
mundo nuestros hijos están expuestos a un azar que nos puede llegar a hacer
sentir muy desgraciadas...
-¡Calla, calla! No es el momento. Vive con intensidad estos instantes únicos
e irrepetibles.
-Sí, irrepetible sí que lo es. No creo que nunca más me vuelva a encontrar
en esta bonita situación que me ha llegado en el tiempo de descuento y estoy
aprovechando cada instante con delectación. ¡Y como muchos bombones! ¡Ja ja ja!
-¡Ja ja ja! ¡Haces muy bien! Ya me gustaría también a mí...
-¿Qué te gustaría, mamá?
-¡Las dos cosas! ¡Ja ja ja! Pero no
sé si Manuel estaría por la labor de tener un hijo... ¡Lo de los bombones
parece más fácil! ¡Ja ja ja!
-¿Tu embarazada? Pero mama, ¿qué te has vuelto loca?
-Pues no hace mucho una mujer mayor tuvo un hijo...
-¡Qué barbaridad! Esto es una auténtica locura, sobre todo de cara a la
pobre criatura. No tendrá una madre, tendrá una abuela directamente.
-Sí, mejor me dedico a disfrutar de la vida con el Manolito. Los hijos atan
mucho y yo lo que quiero es buena marcha y te aseguro que mi “jovencito” me la da
y mucha. Los pañales, los biberones y las noches sin dormir mejor para vosotros
los jóvenes... Los abuelos ya no tenemos suficiente gasolina para aguantar
según qué cosas. Nosotros a disfrutar de los nietos con cuenta gotas, eh!
Demasiada dosis de nietos puede ser perjudicial para la salud. ¡Ja ja ja!
-¡Ja ja ja! ¡Eres genial, mamá!
Tengo que cuidar mucho de esta
mujer, dentro de mis posibilidades, para que me dure muchos años. ¡La quiero
con locura! Me ha dado tanto en esta vida sin pedirme nada a cambio. ¡Qué
grandes son las madres! Bueno, quizás no todas, pero la mía es única.
[Dejadme añadir, en estas horas
de insomnio en medio de la madrugada, unas palabras atormentadas a este
episodio que había cerrado con alegría esta tarde. Y es que acabo de hablar con
mi madre por teléfono. Nos ha despertado al poco rato de agarrar el sueño. La
verdad es que mi corazón se ha puesto a cien por hora cuando la he oído. Me he
temido lo peor, sinceramente. Afortunadamente no me ha comunicado ninguna
desgracia irreparable, aunque estaba muy excitada y necesitaba que alguien la
escuchara. Lo que me ha dado a conocer me ha disgustado profundamente porque
para ella significa un descalabro sentimental muy profundo, si se confirman sus
temores. Y es que entre llantos y palabras entrecortadas me ha dicho que posee
claros indicios que Manuel tiene una amante. Terrible novedad que me ha dejado
muy tocada, sobre todo porque hoy habíamos compartido una jornada festiva en la
que ambas habíamos sacado pecho, una vez más, hablando de nuestros hombres supuestamente
excepcionales. Quizás no deberíamos hacerlo con tanta alegría. Al fin y al cabo
son personas y, como tales, susceptibles de caer en debilidades inoportunas y
dolorosas para terceras personas. ¡No hay que olvidarlo nunca! Bueno, ahora me
voy a intentar dormir. Escribir me relaja, pero ahora mismo siento mucha pena
por mamá. ¡No lo puedo evitar! Mañana iré a visitarla y hablaré largo y tendido
con ella. Veremos qué ha pasado exactamente, pero la cosa no pinta demasiado
bien, la verdad. Parece que el muestrario de ropa íntima femenina se le ha
acabado yendo de las manos. ¡Pobre mamá! ‘¡Tengo que cuidar mucho de ella! Os
lo decía esta tarde y ahora, desgraciadamente, toma más sentido i vigencia que
nunca.
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