UNA MIRADA EN LA INMENSIDAD (INTRODUCCIÓN)
Ya hace unos meses que mi hijo
nos dejó. Creo que la palabra "dejar " es muy, muy adecuada porque
puede implicar carencia, necesidad y en mi caso, sobre todo, abandono. Siento
todavía una gran sensación de soledad y de vacío en mi corazón. Su marcha
"voluntaria" de este mundo bárbaro en el que vivimos significó, sin
duda, un antes y un después en mi vida. Soy otra Consuelo Balaguer Pujol. Mi
manera de ver el mundo ha cambiado completamente después de pasar por una
prueba tan dura y terrible. Tengo la sensación de que la contundencia de los
hechos vividos ha elevado mi punto de mira y me permite ver las mundanales
contingencias desde una atalaya privilegiada. Un punto elevado des del que
diviso, mejor que nunca, la inmensidad de nuestra existencia.
Quiero también, al iniciar este
escrito personal e intransferible, pedir disculpas a todos aquellos que dejé,
yo también, abandonados en la narración de unos hechos que terminaron
superándome totalmente. No era mi intención terminar la explicación de aquellos
episodios de forma tan brusca pero, ¿qué hay más brusco que la muerte? Un ser
joven, lleno de vida, que pasa, en un instante fatídico, de la existencia a la
no existencia dejando detrás de él la pena y la desolación más absoluta entre
los seres que lo amábamos, y lo amamos a pesar de su desaparición física.
Personas que recibimos el golpe más terrible de nuestras vidas sin ser capaces
de asimilar lo que estábamos contemplando. Es, como pueden imaginar los que nunca
ha sufrido una tragedia así, una situación inenarrable en la cual las palabras
son todas inútiles porque no pueden expresar la real dimensión del hecho.
Quizás temáis, con fundamento,
que esta narración que hoy empiezo será un canto triste de pérdida dolorosa y
que me pasaré el día llorando y pretendiendo hacer llorar y buscando consuelo.
Os digo sinceramente que sí ésta fuera mi intención ya no me habría lanzado a
escribir la continuación de una vida, es cierto, marcada por la mala suerte y
la desgracia. Al contrario, este relato que estáis empezando a leer pretende
ser un canto a la vida y un canto al amor a los seres vivos que nos rodean, nos
han rodeado y nos rodearán. Pretende tener una mirada más allá del día a día complejo
que debemos gestionar y adentrarse en la inmensidad de una existencia que merece
ser vista con generosidad.
Finalmente sólo me queda dedicar
esta cuarta entrega de Triste Consuelo, que ahora y aquí empiezo, a la memoria
de mi hijo Juan y de mi querido esposo Pablo. ¡No tuvieron suerte en la vida,
mis pobrecitos! ¡Sobre todo mi Juanito! El pobrecito casi no pudo saborear la
vida. ¡Os quiero y siempre os querré!
♫ La Mer - Charles Trénet ♫
♫ La Mer - Charles Trénet ♫
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